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Historizar el pasado vivo en América latina en línea desde 2007 forma parte ahora del Centro de Derechos Humanos, Universidad Alberto Hurtado.

La publicación originó en un taller organizado en 2003 por el ILAS-Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Londres (hoy CLACS-Centre for Latin American and Caribbean Studies) en que argentinos-as, chilenos-as y peruanos-as hablaron de la historia que comenzaban a escribir, Fue, tal vez, el primer esfuerzo concertado para identificar y examinar en español (y con un formato digital) la emergencia de una nueva forma de historia contemporánea en países latinoamericános que recuperaban la democracia o ponían fin a un conflicto armado interno — una historia enfocada en acontecimientos recientes que formaban parte de la memoria de muchos, escrita por historiadores-as que los habían vivido, en un momento en que su carácter dramático lo convertía en un problema moral duradero para la conciencia nacional. Más allá, Historizar el pasado vivo quería llamar la atención de historiadores-as y otros-as especialistas de la región en general sobre el nuevo rumbo que tomaban las humanidades y ciencias sociales en América latina.

Golpe de Estado 1973. Bombardeo de La Moneda.Hoy la historia reciente es un campo pujante por todo el continente. A 50 años del Golpe de Estado que instaló 17 años de dictadura militar en Chile, 40 años del derrumbe de la junta militar que gobernó a Argentina de 1976 a 1983 y 20 años de la Comisión de la verdad peruana sobre el conflicto armado interno que dejó un saldo de 70 000 muertos, Historizar el pasado vivo entrega el testimonio de sus comienzos pioneros y recorre las discusiones conceptuales e historiográficas que se dieron en otros países para enfrentar el propio pasado reciente.
Verdad y memoria: escribir la historia de nuestro tiempo Anne Pérotin-Dumon   
El 11 de septiembre de 2003, el presidente de Chile, Ricardo Lagos, abría de nuevo la Puerta de Morandé del palacio presidencial chileno, La Moneda. Fue a través de esta puerta que el día del golpe militar de 1973, se sacara del palacio en llamas el cadáver de Salvador Allende. Durante treinta años, la puerta había estado tapiada. Literalmente había desaparecido tras el yeso y el retoque, invisible sobre la calle Morandé que bordea el lado oriental del palacio. Momento emblemático de reencuentro público y oficial del país con su pasado vivo.

El capitulo liminar, Verdad y memoria: escribir la historia de nuestro tiempo, de Anne Pérotin-Dumon, invita a explorar desde varias perspectivas la tarea de historizar unos sucesos dramáticos que pesan en la conciencia nacional, por una primera generación de historiadores-as que los han vivido y en ocasiones han sido sus actores.
Empieza por reflexionar acerca de las palabras verdad y memoria tanto como conceptos fundantes de la disciplina como también lema del movimiento de los derechos humanos en América latina. Recopila luego antecedentes de la historia reciente en la propia historia nacional decimonónica en América y en Europa, antes que el método histórico de la historia metódica en su búsqueda de imparcialidad rechazará la contemporanéidad de los hechos con la escritura de su historia. Enseña finalmente cómo la demanda de memoria en los países que vivieron la Segunda Guerra Mundial o que sufrieron un régimen fascista impulsó a partir de los años sesenta una nueva historia reciente, enfocándo en la Zeitgeschichte alemana, la histoire du temps présent francesa y la historia reciente española. ►►►
Argentina: el tiempo largo de la violencia política
En el “estado de la cuestión” que abre esta sección, Luis Alberto Romero esboza una primera periodización del ciclo de violencia política que ha caracterizado el pasado reciente de la Argentina. Un ciclo que culminó con el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Para Romero, “ese episodio es inseparable del inmediatamente anterior, que transcurre aproximadamente entre 1969 y 1976, en que el uso de la violencia política se tornó normal y en cierto modo aceptado por buena parte de la sociedad”. Más allá de ese núcleo temporal y temático, propone “examinar, aunque con menor intensidad, los procesos constitutivos de esa normalidad violenta; en particular lo ocurrido desde el final del gobierno peronista en 1955”. ►►► Movilización y politización: abogados de Buenos Aires entre 1968 y 1973”, de Mauricio Chama, muestra cómo una profesión en general conservadora participó del prodigioso proceso de modernización y radicalización política producido en la sociedad argentina desde la década de 1960. Toda una generación perteneciente a las clases medias urbanas ve entonces en la profesión no tanto la afirmación de su estatus social como un medio de cambiar la sociedad. Entre ellos se encuentran los estudiantes de derecho, quienes consideraban su deber promover la justicia social. El autor reconstituye el itinerario mediante el cual, en los años previos al Proceso, los jóvenes abogados porteños llegaron a concebir su oficio como compromiso revolucionario. ►►►
Chile: los caminos de la historia y la memoria
Historia y memoria del 11 de septiembre de 1973 en la población La Legua de Santiago de Chile” es la primera reconstrucción in situ de esa jornada dramática en un barrio popular de Santiago, hecha por un historiador profesional. Mario Garcés nos transporta lejos del escenario que usualmente evoca la memoria de ese día –el palacio presidencial de La Moneda–, a la periferia de la ciudad que entre las décadas de 1930 y 1950 presenció la formación de los barrios de las clases trabajadoras del gran Santiago (las poblaciones), cerca de las industrias. De ese modo, Garcés introduce en el conocimiento histórico del pasado reciente un sector hasta aquí faltante: los trabajadores y pobladores, protagonistas del proceso de cambios que cristalizó en Chile a lo largo de las décadas del sesenta y el setenta, y objeto de la mayor represión durante la dictadura. La Legua no es, sin embargo, un barrio como los demás. Las personas en edad de recordar les dirán que algo pasó en ese día funesto. ►►► El testimonio de experiencias políticas traumáticas: terapia y denuncia en Chile (1973-1985)”, de Elizabeth Lira, describe el dispositivo de asistencia a las víctimas y sus familias organizado por las iglesias después del golpe, del cual formaba parte la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC) en la que Lira trabajó. Luz en medio de las tinieblas, se dirá al leer el contenido brutal de los testimonios incorporados por la autora. Su trabajo es un aporte a la historia de la medicina chilena del siglo XX: muestra que la práctica clínica desarrollada durante la dictadura militar permitió llegar a un nuevo saber sobre lo traumático, en particular su efecto sobre la memoria. La experiencia adquirida por Lira y sus colegas y los métodos terapeúticos que elaboraron durante la dictadura (desdichadamente) se volverían útiles en otras partes del mundo. ►►►
Perú: investigar veinte años de violencia reciente
Durante veinte años, la violencia desencadenada por los movimientos terroristas más brutales de América Latina, que también implicó al ejército, hizo estragos en las regiones centro-sur andinas del Perú, las libertades democráticas fueron crecientemente cercenadas por un gobierno autoritario que envió a la cárcel sin más trámite, a otros veinte mil peruanos, so pretexto de complicidad con el terrorismo. Ese suceso del que nos separa menos de un decenio reavivó un interrogante que perturba la conciencia histórica nacional desde principios del siglo XX: ¿Somos una nación? ►►► ¿Por qué apareció Sendero Luminoso en Ayacucho? El desarrollo de la educación y la generación del 69 en Ayacucho y Huanta” de Carlos Iván Degregori se remonta a los inicios de la violencia al enfocar un episodio emblemático de las luchas sociales en la sierra peruana: durante cuatro meses, las dos principales ciudades del departamento andino de Ayacucho y las zonas rurales adyacentes apoyaron a la huelga de estudiantes, padres y docentes contra el intento de derogar la enseñanza gratuita. Algo intriga al antropólogo en ese “mayo andino” de junio de 1969: la eficacia política demostrada por los maoístas de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (UNSCH) y la aparición, entre ellos, del profesor Abimael Guzmán. ►►► En “Pensamiento, acción y base política del movimiento Sendero Luminoso. La guerra y las primeras respuestas de los comuneros (1964-1983)”, Nelson Manrique se concentra en la formación política que Sendero Luminoso (SL) pretendió impartir, desde el surgimiento del núcleo maoísta y su líder en Ayacucho, en 1964, hasta el momento en que, para hacer frente a la llegada del Ejército a la región andina en 1982, el grupo, en su lucha armada franquea un nuevo umbral en materia de crueldad y comienza a meterse con las comunidades campesinas que constituyen sus “zonas guerrilleras”. ►►►
Verdad, justicia, memoria
“Verdad, justicia, memoria”: a lo largo de las décadas hemos visto aparecer estas palabras como consignas del movimiento de derechos humanos y de las familias de las víctimas en la Argentina, Chile, Perú y otros países de América Latina. Se trataba de obtener con ellas “el esclarecimiento de sucesos que han sido deliberadamente mantenidos en las sombras, la valoración de la verdad por encima de las mentiras y el reconocimiento de que las víctimas de los abusos de poder merecen que sus sufrimientos sean recordados” (Juan Méndez).

Verdad, justicia y memoria también remiten, según los casos, a principios morales, instituciones públicas, realidades sociales, conceptos de las ciencias sociales. Hemos pedido a especialistas procedentes de horizontes ajenos a la historia –en particular de tres disciplinas que interpelan a los historiadores del tiempo presente– que sitúen la importancia y la significación de esos términos en sus ámbitos respectivos de competencia. ►►►
En “Historia y memoria. La escritura de la historia y la representación del pasado” de Paul Ricoeur, historia y memoria se aúnan en cuanto son dos modos de representación del pasado: por un lado, mediante la explicación erudita, por otro, a través del recuerdo. ¿Cómo cerciorarse de la verdad de la historia con respecto a lo sucedido? El historiador promete sin duda a su lector un relato verdadero. ¿Cómo mantiene su promesa? ¿En qué se diferencia su relato de la ficción? El historiador hereda este problema, sostiene Ricoeur, de la memoria: “si el recuerdo es una imagen, ¿cómo no confundirlo con la fantasía, la ficción o la alucinación?”. Para plantear el dilema y proponerle una salida, Ricoeur recurre a la tradición filosófica occidental que ha pensado la memoria. ►►► Durante las décadas de 1970 y 1980, la palabra “memoria” añadió, en las sociedades occidentales, una nueva connotación al sentido de función mental y recuerdo de un individuo que tenía hasta entonces para los filósofos y psicólogos. “La memoria” llegó a evocar todas las formas de la presencia del pasado que aseguran la identidad de los grupos sociales. En “Maurice Halbwachs y la sociología de la memoria”, Marie-Claire Lavabre recuerda ante todo las razones del éxito de la memoria: a diferencia del saber histórico, “la” memoria es el pasado que representa, hoy, algo para la gente.

La renovada vigencia de la memoria ha provocado el redescubrimiento de Maurice Halbwachs y la noción de memoria colectiva que el sociólogo francés elaborara entre las décadas de 1920 y 1940. Pero ha ocultado un pensamiento profundamente original aunque inacabado, sobre la cuestión del papel de la sociedad y los grupos sociales en la génesis de los recuerdos individuales, sostiene Lavabre. ►►►
El pasado vivo: casos paralelos y precedentes
“No éramos muchos los que trabajábamos sobre la Francia de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial, y eso nos hacía sentir embarcados en una aventura y una misión”, recuerda Henry Rousso al comienzo de “La trayectoria de un historiador del tiempo presente, 1975-2000”. Pero resulta que, en esos mismos años setenta, Vichy reaparece en la primera plana de los medios y sacude a la opinión pública.

Intrigado por la “presentificación” de Vichy luego de transcurridos cuarenta años, Rousso reorienta sus investigaciones — cuyo terreno inicial fue la historia política y económica del régimen de Vichy — hacia la memoria colectiva del acontecimiento. “Procuré […] comprender qué significaba esa presencia, e intenté situarme como historiador y ciudadano frente a esas reapariciones permanentes del pasado. En el camino, la digresión se convirtió en el interrogante central: la supervivencia de Vichy en la conciencia francesa” escribe el historiador francés. ►►►
La bomba atómica que los pilotos norteamericanos del Enola Gay lanzaron sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 seguida por la sobre Nagasaki el 9 del mismo mes, provocaron la capitulación incondicional de los japoneses y, con ella, el fin de la Segunda Guerra Mundial. En “Tres relatos sobre nuestra humanidad. La bomba atómica en la memoria japonesa y estadounidense”, John Dower considera la manera cómo ese acontecimiento violento y decisivo fue contado desde varias perspectivas y cómo éstas chocan con el conocimiento histórico.

El Enola Gay, restaurado poco tiempo atrás, hacía su entrada al Air and Space Museum. Medio siglo después del lanzamiento de las bombas, la ocasión parecía propicia para entregar al público los conocimientos históricos más recientes y las diversas opiniones suscitadas por el acontecimiento desde 1945. Los curadores del Air and Space Museum proyectaron pues una exposición para 1995. Pero las críticas planteadas por los veteranos y miembros republicanos del Congreso llegaron a tal punto que no hubo más remedio que enterrar el proyecto. ►►►
Historia reciente y responsabilidad social
Más allá de las tareas cotidianas de la enseñanza y la investigación, historiadores.as y otros.as especialistas del pasado reciente intervienen en una gama de situaciones: comisiones de la verdad, procesos judiciales, proyectos comunitarios de reencuentro posconflicto, etc. Más próximas a sus competencias clásicas están la redacción de nuevos libros de textos para la enseñanza, la realización de material y talleres pedagógicos.

Los testimonios que aportan al respecto los autores en esta sección remiten a circunstancias políticas distintas en Guatemala, Chile, Irlanda del Norte y Perú. A la vez se inscriben en una reflexión actual en el mundo occidental acerca del uso público del conocimiento histórico y la responsabilidad social de los historiadores. ►►►
La experiencia de un historiador en la Comisión de Esclarecimiento Histórico de Guatemala”, de Arturo Taracena Arriola, evoca su trabajo, con un equipo de científicos sociales apoyado por equipos de campo, para producir el informe “Causas y orígenes del enfrentamiento armado interno”, publicado en el primer tomo de Guatemala: memoria del silencio (1999) que indagaba sobre treinta y cuatro años de conflicto y sus orígenes. A diferencia de las anteriores comisiones de la verdad que habían otorgado un limitado interés a la historia, la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) buscaba hacer recomendaciones que tuvieran como asidero la experiencia histórica guatemalteca. Decidió que el informe guatemalteco presentara una amplia explicación histórica de los orígenes, el desarrollo y las consecuencias del conflicto. “En ese contexto, me pareció que yo podía y debía asumir el desafío de participar como profesional y como ciudadano”, escribe Taracena. ►►► Investigar la violencia en relación con el género no estaba incluido en el mandato recibido por la comisión de la verdad del Perú (2001-2003). A mitad de camino, se decidió incorporar una perspectiva de género a su trabajo. Miembro del equipo jurídico, Julissa Mantilla quedó a cargo de impulsar la nueva política. En “Sin la verdad de las mujeres, la historia no estará completa” ella describe los objetivos y resultados de la tarea de la “línea de género”.

Un aspecto importante de su tarea fue formar y acompañar a los equipos que trabajaban en el terreno, así como redactar una guía de capacitación. “Era preciso demostrar que un enfoque de género permite obtener una mayor riqueza de información en las investigaciones, que es una herramienta de trabajo, no una mera carga o imposición”, señala Mantilla. La información se difundió en una forma adaptada a las víctimas analfabetas y quechua hablantes. ►►►
Archivos para un pasado reciente y violento: Argentina, Chile, Perú
Las noticias redactadas por Federico Guillermo Lorenz, “Archivos de la represión y memoria en la República Argentina”, Jennifer Herbst con Patricia Huenuqueo, “Archivos para el estudio del pasado reciente en Chile”, y Ruth Elena Borja Santa Cruz, “Los archivos de los derechos humanos en el Perú”, representan un desmentido a la idea convencional de que faltan archivos para la historia del tiempo presente, afirmación que conduce a depositar demasiada confianza en los actores y en sus testimonios a posteriori, en desmedro de las pruebas documentales contemporáneas de los hechos. En los tres países se ha puesto en marcha una dinámica que se origina en una toma de conciencia del valor de los archivos como memoria y prueba de lo ocurrido en países que padecieron la violencia política. Se ha hecho un esfuerzo especial para proteger y clasificar lo que suele denominarse “archivos de derechos humanos”, emprendidos por las organizaciones de víctimas y familiares y por las organizaciones de defensa de los derechos humanos. El último rasgo común digno de señalar es la creación, en la década de 1990, de “institutos de memoria” cuyos objetivos son la recolección y protección de archivos y la educación y sensibilización del público con respecto al pasado reciente. ►►►
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