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Perú: investigar veinte años de violencia reciente

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Liminar.
Verdad y memoria: escribir
la historia de nuestro tiempo

Anne Pérotin-Dumon
Verdad, justicia, memoria

Introducción

El derecho humano a la Verdad.
Lecciones de las experiencias latinoamericanas de relato de la verdad

Juan E. Méndez

Historia y memoria.
La escritura de la historia y la representación del pasado

Paul Ricœur

Maurice Halbwachs y la sociología de la memoria
Marie-Claire Lavabre
Argentina: el tiempo largo
de la violencia política


Introducción

La violencia en la historia argentina reciente: un estado de la cuestión
Luis Alberto Romero

Movilización y politización: abogados de Buenos Aires entre 1968 y 1973
Mauricio Chama

La Iglesia argentina durante la última dictadura militar.
El terror desplegado sobre el campo católico (1976-1983)

Martín Obregón

Testigos de la derrota.
Malvinas: los soldados y la guerra durante la transición democrática argentina, 1982-1987

Federico Guillermo Lorenz

Militares en la transición argentina: del gobierno a la subordinación constitucional
Carlos H. Acuña y
Catalina Smulovitz


Conflictos de la memoria en la Argentina.
Un estudio histórico de la memoria social

Hugo Vezzetti
Chile: los caminos de la historia
y la memoria


Introducción

El pasado está presente.
Historia y memoria en el Chile contemporáne
o
Peter Winn

Historia y memoria del 11 de septiembre de 1973 en la población La Legua de Santiago de Chile
Mario Garcés D.

La Michita (1964-1983): de la reforma universitaria a una vida en comunidad
Manuel Gárate-Chateau

El testimonio de experiencias políticas traumáticas: terapia y denuncia en Chile (1973-1985)
Elizabeth Lira

La superación de los silencios oficiales en el Chile posautoritario
Katherine Hite

Irrupciones de la memoria: la política expresiva en la transición a la democracia en Chile
Alexander Wilde
Perú: investigar veinte años
de violencia reciente


Introducción

“El tiempo del miedo” (1980-2000), la violencia moderna y la larga duración en la historia peruana
Peter F. Klarén

¿Por qué apareció Sendero Luminoso en Ayacucho?
El desarrollo de la educación y la generación del 69 en Ayacucho y Huanta

Carlos Iván Degregori

Pensamiento, acción y base política del movimiento Sendero Luminoso.
La guerra y las primeras respuestas de los comuneros (1964-1983)

Nelson Manrique

Familia, cultura y “revolución”.
Vida cotidiana en Sendero Luminoso

Ponciano del Pino H.

Juventud universitaria y violencia política en el Perú.
La matanza de estudiantes de La Cantuta y su memoria, 1992-2000

Pablo Sandoval

En busca de la verdad y la justicia.
La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos del Perú

Coletta Youngers
Archivos para un pasado reciente y violento: Argentina, Chile, Perú

Introducción

Archivos de la represión y memoria en la República Argentina
Federico Guillermo Lorenz

Archivos para el estudio del pasado reciente en Chile
Jennifer Herbst con
Patricia Huenuqueo


Los archivos de los derechos humanos en el Perú
Ruth Elena Borja Santa Cruz
El pasado vivo:
casos paralelos y precedentes


Introducción

Cegados por la distancia social.
El tema elusivo de los judíos en
la historiografía de posguerra en Polonia

Jan T. Gross

Guerra, genocidio y exterminio:
la guerra contra los judíos en una era de guerras mundiales

Michael Geyer

Tres relatos sobre nuestra humanidad.
La bomba atómica en la memoria japonesa y estadounidense

John W. Dower

Anatomía de una muerte: represión, derechos humanos y el caso de Alexandre Vannucchi Leme en el Brasil autoritario
Kenneth P. Serbin

La trayectoria de un historiador del tiempo presente, 1975-2000
Henry Rousso
Historia reciente
y responsabilidad social


Introducción

La experiencia de un historiador en la Comisión de Esclarecimiento Histórico de Guatemala
Arturo Taracena Arriola

La historia aplicada: perito en el caso Pinochet en la Audiencia
Nacional de España

Joan del Alcàzar

Dentro del silencio.
El Proyecto Conmemorativo de Ardoyne, el relato comunitario de la verdad y la transición posconflicto en Irlanda del Norte

Patricia Lundy y
Mark McGovern


“Sin la verdad de las mujeres la historia no estará completa”.
El reto de incorporar una perspectiva de género en la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú

Julissa Mantilla Falcón


Pensamiento, acción y base política del movimiento Sendero Luminoso
La guerra y las primeras respuestas de los comuneros (1964-1983)

Nelson Manrique



Este texto se centra en el movimiento político Sendero Luminoso (SL), que se formó como un desprendimiento del Partido Comunista Peruano (PCP), en su línea política, su acción y la forma como construyó una base social. Recoge una fase inicial y decisiva del movimiento, la del ascenso de Abimael Guzmán hasta imponerse como líder incontestado, el inicio por parte de Sendero de la lucha armada como estrategia política o “palabra armada”, y las ofensivas de 1982 y 1983, de “despliegue de la guerra de guerrillas”. Éste fue el inicio de la etapa más sangrienta de la guerra, que incluye la contraofensiva de las Fuerzas Armadas y la réplica de SL, que terminó colocando a los campesinos entre dos fuegos.

En la primera parte se relata la formación de SL como producto de una escisión del PCP en 1964, sus fundamentos doctrinales, sus definiciones en el contexto cambiante de las luchas en el movimiento comunista internacional y de la vida política peruana. Se analiza el ascenso de Guzmán en SL, cómo ganó la organización ascendiente sobre el magisterio, el desarrollo de su capacidad militar y el reclutamiento de militantes en el campesinado. Examinamos, finalmente, la elaboración por Guzmán de la “teoría de la guerra popular”, y la forma como ésta se concretó en “planes militares”, “olas”, “momentos” y “campañas” lanzados sucesivamente. Nos apoyamos básicamente en los documentos producidos por SL a lo largo de estos años,1 en los que se puede apreciar la evolución del pensamiento de Guzmán, y en las entrevistas que desarrollamos a lo largo de quince reuniones con el líder máximo de la organización, Abimael Guzmán Reynoso, el “Presidente Gonzalo”. Estas entrevistas se realizaron como parte del trabajo desarrollado por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), a la que el estado peruano encargó investigar la violencia política, sus causas e implicaciones, así como proponer políticas para reparar las heridas dejadas por el conflicto y ayudar a cicatrizarlas. Realizamos alrededor de cincuenta horas de conversaciones grabadas entre mayo de 2002 y marzo de 2003, discutiendo sobre la “guerra popular”, en base a un esquema propuesto por el propio Guzmán y su compañera, Elena Iparraguirre, la camarada Miriam, con quien él entonces compartía cautiverio en la Base Naval del Callao, bajo el control de la Marina de Guerra del Perú. La otra fuente utilizada extensivamente a lo largo de este estudio es la Base de Datos de la Comisión (en adelante BD-CVR), que contiene cerca de diecisiete mil entrevistas grabadas con muy diversos protagonistas de la violencia, material escrito, impreso y gráfico recopilado en toda la nación a lo largo de dos años y un extenso archivo de materiales. La BD-CVR y su archivo fue entregado a la Defensoría del Pueblo al terminar el trabajo de la comisión. La defensoría ha abierto el archivo a los investigadores interesados.

La segunda parte del trabajo examina el “nuevo poder” establecido por SL sobre las comunidades campesinas de la zona “liberada” de la sierra sur central, especialmente el departamento de Ayacucho, en 1982-1983. Se analiza cómo los comuneros fueron inicialmente atraídos por el discurso y la práctica de SL; también se apuntan los cambios que Sendero introdujo en las comunidades, las respuestas variadas que encontró en los comuneros y, finalmente, las ambivalencias que fue generando en la población. Esta parte del estudio se basa especialmente en testimonios de ex militantes y comuneros, que permiten acercarse a la comprensión de las complejas y múltiples motivaciones de sus actitudes cuando se instauró el “nuevo orden” y a la causa de su cuestionamiento final.

La organización conocida como Sendero Luminoso tuvo su origen en una escisión del Partido Comunista Peruano que se produjo en 1964, como consecuencia de la escisión chino-soviética.2 La facción política de la cual desciende SL se originó en enero de 1964, como una consecuencia directa de la ruptura chino-soviética, que provocó la escisión del PCP. De esta primera ruptura surgieron dos facciones políticas que se autoproclamaban como el auténtico Partido Comunista del país y que llegaron a ser conocidas por el nombre de sus respectivos voceros periodísticos: el PC Unidad, alineado con el PCUS, y el PC Bandera Roja, alineado con el PC chino. Puesto que al producirse la escisión los militantes de ambas organizaciones se expulsaron mutuamente, era necesario buscar una fuente de legitimidad que fuera más allá de los ajustes de cuentas orgánicos.

El joven comunista Abimael Guzmán Reynoso impulsó la presencia de la corriente maoísta en los sectores estudiantiles y en el magisterio peruano y promovió su implantación en algunas zonas de la sierra con un fuerte componente rural. A comienzos de la década de 1960, Guzmán se instaló como catedrático de filosofía en la capital del departamento de Ayacucho, donde funcionaba la Universidad San Cristóbal de Huamanga. Participó en la lucha interna que culminó en la escisión de enero de 1964, y formó después parte del Comité Central de la fracción política nucleada en el PCP-Bandera Roja. En 1965 viajó a la China para formarse como cuadro revolucionario. Allí, según su propio testimonio, descubrió a Mariátegui, a través del estudio del “pensamiento Mao Zedong”.3 Cuando regresó al Perú, Guzmán comenzó la lucha ideológica dentro de su organización impulsando la política de “retomar a Mariátegui y reconstituir el Partido Comunista (fundado por Mariátegui)”, desde una posición que tenía como eje fundamental el alineamiento con las posiciones de Mao Zedong. Esta lucha estuvo jalonada por diversas escisiones orgánicas, a través de las cuales Guzmán fue consolidando su ascendiente como un dirigente político con proyección nacional, desde el Comité Regional de Ayacucho. He aquí la reconstrucción histórica realizada por Guzmán de este período y el sentido que él le otorga:

En enero de 1964 el PCP arrojó de sus filas a la camarilla revisionista de Del Prado y compañía, hecho que marca un hito en el largo camino del Partido; así en la IV Conferencia se dio un paso al adherir al marxismo bajo la guía del pensamiento Mao Zedong. Otro punto de avance fue la V Conferencia, de noviembre del sesenta y cinco, que centró su atención en la comprensión de nuestra sociedad y su revolución, acercándonos más a la línea de Mariátegui. Otros momentos que jalonaron el “retomar a Mariátegui y reconstituir el partido” fueron las exitosas luchas que el Partido Comunista libró contra la línea oportunista de derecha disfrazada de izquierda, cuyo remate fue la VI Conferencia, de enero del sesenta y nueve, evento en el cual el partido sancionó su reconstitución a partir de la Base de Unidad Partidaria, el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Zedong, el pensamiento de Mariátegui y la línea política general, cuya piedra angular es Mariátegui; reconstitución que, como se sancionará, implica reconstituir el partido para la guerra popular.4
En 1974 Guzmán encabezó una nueva escisión.5 De ella nació una pequeña organización que, como en las anteriores divisiones, se autodenominaba Partido Comunista Peruano, pero era mejor conocida por el lema que exhibía su periódico partidario: “Por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui”.

“Retomar a Mariátegui” significaba a nivel ideológico para Guzmán subrayar las coincidencias entre las formulaciones del padre del marxismo peruano y el “pensamiento Mao Zedong”.6 Significaba también reclamar para su organización el blasón de ser el auténtico partido marxista fundado en los años veinte, destinado a ser el instrumento decisivo para hacer la revolución en el Perú. Como dice un documento de SL de 1975: “El camino de Mariátegui tiene un eje: el Partido Comunista, sin él no puede haber revolución ni éxitos verdaderos para el pueblo”.7

Los elementos que Abimael Guzmán reivindica de la herencia ideológica de Mariátegui se resumen en algunas formulaciones generales del marxismo, tales como la necesidad de construir un partido de clase, el carácter proletario de la revolución, la necesidad de la alianza del proletariado con el campesinado y la pequeña burguesía, así como ganar a la burguesía nacional, y la necesidad de la violencia revolucionaria para arrebatar el poder a la burguesía y el imperialismo. Otros elementos que retoma de Mariátegui atañen al carácter semifeudal y semicolonial de la sociedad peruana. Según Guzmán, las posiciones sostenidas por Mariátegui en la década del veinte seguían vigentes en la década de 1970.8

En la producción ideológica de SL la referencia al pensamiento de Mariátegui es en realidad muy limitada. Predominan los aportes ideológicos de Mao Zedong y del propio Guzmán. La denominación de la organización cambiaba según el énfasis que se iba poniendo en esos aportes ideológicos. Inicialmente, fue Partido Comunista del Perú, marxista-leninista, pensamiento Mao Zedong. Durante los años siguientes la primera parte de esta denominación se mantuvo invariable, pero la segunda cambió. Durante el período de la preparación del inicio de las acciones armadas, la definición se amplió a “marxista-leninista, pensamiento Mao Zedong, pensamiento guía”. “Pensamiento guía” aludía al aporte teórico de Guzmán: haber aplicado las “verdades universales” a las condiciones concretas del Perú.

Iniciada la guerra, la denominación se amplió a “marxista-leninista, pensamiento Mao Zedong, pensamiento guía del Presidente Gonzalo”, un reconocimiento de sus seguidores al “salto cualitativo de decisiva importancia para el proceso revolucionario” que significaba su aporte a la teoría revolucionaria. Algún tiempo después, se produjo un nuevo cambio, cuando la calificación “marxista-leninista” se amplió a “marxista-leninista-maoísta”, cambio aprobado en el I Congreso de SL, donde se decidió que los aportes del presidente Mao a la teoría revolucionaria tenían tal grado de universalidad que justificaban elevar a su autor al mismo nivel que ocupaban Marx y Lenin como los padres fundadores de la teoría revolucionaria. Y el “pensamiento guía” del Presidente Gonzalo pasó a ser en adelante el “pensamiento Gonzalo”. La elevación de jerarquía de Mao Zedong permitió pues entronizar el “pensamiento Gonzalo” como una nueva etapa decisiva del desarrollo del marxismo. Si para los senderistas Marx y Lenin eran la “Primera y la Segunda Espada” del marxismo, Mao pasó a ser la “Tercera Espada”. Estos cambios abrieron el camino a la transformación del Presidente Gonzalo en la “Cuarta Espada del Marxismo” y “el más grande marxista viviente del mundo”.9

En este cambio continuo de nombres está en juego el fundamento científico que reivindica la doctrina senderista y le permite garantizar el triunfo final de la revolución que lidera. Este rigor supuestamente científico justificará la manera en que Sendero procesa las discrepancias ideológicas –lo que para una organización embarcada en una guerra revolucionaria puede tener una importancia de vida o muerte–: el recurso a la ortodoxia, la invocación a la fidelidad a los principios revolucionarios científicamente establecidos. El conocimiento científico es único: frente a él todos los demás postulados son errados, incorrectos,10 El desarrollo de la ciencia, para Guzmán, evoca la ascensión hacia la santidad en la Iglesia medieval: la elevación de un escalón de santidad al siguiente debe ir precedido de la elevación de su predecesor a una nueva posición, que deje libre el espacio que el nuevo postulante aspira a ocupar. Ascender el “pensamiento Mao Zedong” a la categoría de “maoísmo” allanó el camino al ascenso del “pensamiento guía del Presidente Gonzalo” a la categoría de “pensamiento Gonzalo”.11

Sendero invocó también referencias peruanas para “la guerra popular”. Perú vivió una fugaz experiencia guerrillera en 1963, con el levantamiento del alférez Vallejos en Jauja, muerto el mismo día de su alzamiento, y otras dos experiencias guerrilleras de mayor duración e impacto en 1965, con las guerrillas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que abrió frentes guerrilleros en la selva central y en la región amazónica cusqueña, y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional ELN, que operó en las provincias ayacuchanas de Víctor Fajardo y La Mar. Abimael Guzmán reivindica estas experiencias guerrilleras como una de las fuentes de la que se alimentó su teoría de la guerra popular.12 Esto no significa que Sendero simpatizara con las organizaciones guerrilleras que surgieron bajo la influencia de la revolución cubana. En un período tan temprano como 1970 los maoístas peruanos rompieron lanzas con ellas, subrayando lo que consideraban diferencias irreductibles:
  • Con el triunfo de la revolución armada en Cuba, a partir de 1959, y la actividad del movimiento castrista, Latinoamérica ha sufrido una errónea y perniciosa influencia por parte del tercerismo pequeño burgués.
  • El tercerismo es una versión remozada de los vanos intentos de la pequeña burguesía por sustituir al proletariado como factor dirigente de la revolución y arrebatarle su hegemonía.
  • Los terceristas y sus ideólogos, difunden su llamado particularismo de la revolución en América Latina, atacando furiosamente el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Zedong, preconizando su caducidad, así como la de las leyes universales de la guerra popular.13

La decisión del Che Guevara de iniciar un movimiento revolucionario armado continental en Bolivia y la derrota y muerte del revolucionario argentino, en octubre de 1967, mereció un juicio similar, en que se acusaba directamente a Fidel Castro de traición: “El fracaso del ELN, en Bolivia, y la muerte de Guevara y los hermanos Peredo, significan para América Latina, la bancarrota total del tercerismo pequeño burgués. Es además, una nueva muestra de la traición de los revisionistas, y del falso apoyo preconizado por Castro”.14 Sendero consideraba al imperialismo, principalmente norteamericano, un enemigo de los pueblos y de la revolución y, siguiendo al PC chino, consideraba a la Unión Soviética como enemiga de la revolución, caracterizándola como socialimperialista.

El golpe militar de 1968 y las reformas realizadas por el gobierno presidido por el general Juan Velasco Alvarado, como la reforma agraria y la nacionalización de los recursos naturales, formaban parte de las demandas antioligárquicas levantadas desde décadas atrás por la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y la izquierda. Los cambios impulsados por los militares sorprendieron a todos: estaban entre los más radicales realizados en América Latina y los colocaron en trayectoria de colisión con el gobierno norteamericano.15 Durante el gobierno de los militares la literatura marxista circuló ampliamente en el Perú, gracias a la apertura del mercado a masivas ediciones soviéticas y chinas de muy bajo precio.16

Los partidos maoístas respondieron caracterizando a la junta militar de gobierno como fascista. Las reformas realizadas por los militares tenían para ellos como objetivos preconizar la conciliación de clases, impulsar un proyecto político corporativista, engañar a las masas y alejarlas de la guerra popular. De allí que la reforma agraria, la reforma de la educación y la reforma de la empresa fueran abiertamente resistidas y enfrentadas. Se trataba de una posición dogmática que, partiendo de una caracterización de la función histórica de los militares como soporte del estado burgués, no podía concebir que éstos hicieran reformas, aunque los hechos mostraran que las hacían y que estas medidas afectaban a la oligarquía y los terratenientes, que fueron definitivamente excluidos del bloque de poder. Estas posiciones antimilitares fueron asumidas y sostenidas hasta las últimas consecuencias por SL: una de sus primeras acciones al empezar la lucha armada más adelante fue dinamitar la tumba del general Juan Velasco Alvarado.

Los cambios de la situación política peruana en las décadas siguientes, como la salida de los militares del poder, la transición y la restauración del régimen democrático en 1980 y la sucesión de los gobiernos de Fernando Belaúnde, Alan García y Alberto Fujimori, no cambiaron para Abimael Guzmán la naturaleza “fascista” del régimen. De allí que la transición a la democracia y la apertura de espacios para la participación de la izquierda en la escena legal fueran denunciadas como una trampa puesta para frenar el avance de la guerra popular y que se acusara a las fuerzas de izquierda que participaron en las elecciones para la Asamblea Constituyente de 1978, y en los sucesivos procesos electorales de las dos décadas siguientes, de “electoreros”. Es importante poner la denuncia de todos los gobiernos peruanos desde 1968 como fascistas en el contexto histórico de aquellos tiempos: cuando Sendero inicia sus acciones a comienzos de la década de 1980, casi toda la izquierda estaba por la lucha armada como la vía al poder y consideraba una eventual participación en la escena parlamentaria como un mero paso táctico en la preparación de la lucha armada. La diferencia entre el resto de la izquierda peruana y el movimiento de Abimael Guzmán era que, en ese mismo momento, él estaba realmente trabajando en la preparación de la lucha armada. El hecho de que eso sólo se pudiera apreciar retrospectivamente permite entender las vacilaciones de la izquierda legal frente al fenómeno de la violencia senderista.

Inicialmente Guzmán siguió la tradición de los partidos comunistas del resto del mundo, que había sido alinearse con los “hermanos mayores”; los partidos comunistas de la Unión Soviética primero y de China después. Esta dependencia ideológica ha sido justificada por la necesidad de pensar la revolución como un fenómeno social único, de escala planetaria. Luego de romper con el PCUS, Guzmán vio al PC chino como un modelo a seguir. Pero después de la muerte de Mao Zedong y de la derrota de su viuda, Chiang Ching, y del grupo conocido como “los cuatro de Shangai”, Guzmán proclamó que una camarilla contrarrevolucionaria se había apoderado de la dirección del PC chino, traicionando a la revolución y restaurando el capitalismo.

No es extraño que, al iniciar su campaña de propaganda armada en 1980, algunas de las primeras acciones de SL fueran colgar en los postes de Lima los cadáveres de infelices perros con un letrero que decía “Deng Tsiao Ping, hijo de perra” y poner bombas en las embajadas soviética, cubana y china. Que los militares encargados de la represión, y hasta el presidente Belaúnde, afirmaran que el levantamiento armado de SL era el resultado de la acción de agentes del exterior y que contaba con el apoyo de potencias extranjeras –presumiblemente socialistas– demuestra hasta qué punto era errónea la información de inteligencia con la que contaba el estado peruano y en qué medida se iba a guiar más por prejuicios acerca de la naturaleza del movimiento comunista y su acción que por una real comprensión del desafío que tendría que afrontar.

Para Sendero no existía ninguna revolución verdadera en el mundo, pues todas habían sido traicionadas por culpa del revisionismo. Ayacucho debía constituirse en “el faro de la revolución mundial”. De aquí saldría una de las “especificaciones” fundamentales de Guzmán al maoísmo: la necesidad de la militarización del partido y de la sociedad, para evitar la restauración del capitalismo, luego del triunfo de la revolución. Más generalmente, el marxismo-leninismo-maoísmo es un conjunto de “verdades universales” descubiertas por los fundadores de la teoría revolucionaria. No pueden ser discutidas sin caer en el revisionismo; deben ser simplemente aplicadas a las condiciones concretas de cada país. Se trata pues de “aplicar” un pensamiento verdadero, preexistente a una realidad social determinada, para transformarla. Dice Abimael Guzmán:

El marxismo siempre nos ha enseñado que el problema está en la aplicación de la verdad universal. […] Es la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a la revolución peruana la que ha generado el pensamiento Gonzalo, en la lucha de clases de nuestro pueblo, del proletariado principalmente, de las incesantes luchas del campesinado y en el gran marco estremecedor de la revolución mundial; es en medio de todo ese fragor, aplicando de la manera más fiel posible la verdad universal a las condiciones concretas de nuestro país, como se ha plasmado el pensamiento Gonzalo. Éste fue antes pensamiento guía, y si hoy el Congreso ha sancionado pensamiento Gonzalo es porque se ha producido un salto en ese pensamiento guía, precisamente en el desarrollo de la Guerra Popular. En síntesis, el pensamiento Gonzalo no es sino la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a nuestra realidad concreta. (Los énfasis son míos.)17
Sin embargo, la realidad concreta plantea situaciones que no fueron contempladas por los padres fundadores de la teoría revolucionaria. Es allí donde el “pensamiento Gonzalo” incorpora “especificaciones” al maoísmo: adiciones que lo completan. Una de ésas es la necesidad de militarizar el partido y la sociedad. Esta “especificación” fundamentó la decisión de poner la “línea militar como centro” y la elaboración del “plan estratégico de militarización del partido”, que iban a marcar la organización de la guerra revolucionaria. La violencia se convirtió en un valor absoluto, tiñó toda la utopía social que proponía Sendero; dejó de ser asumida como un medio y terminó elevada a la categoría de un fin. Se convirtió en el verdadero eje organizador de la sociedad futura que Sendero propugnaba a escala planetaria: “Marchamos a una sociedad militarizada. Militarizando el Partido plasmamos un paso hacia la militarización de la sociedad que es la perspectiva estratégica para garantizar la dictadura del proletariado. La sociedad militarizada es el mar armado de masas del que nos hablaron Marx y Engels, que cautela la conquista y la defensa del poder conquistado”.18

Junto con la militarización era necesario realizar “revoluciones culturales” permanentes, para prevenir la restauración capitalista. Éstas eran concebidas simplemente como una continuación de la guerra, tanto dentro del país,19 cuanto a nivel internacional: “Revoluciones culturales son las que se hacen para continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado, para someter y eliminar toda generación de capitalismo y combatir también con las armas los afanes de restauración capitalista, sirven para fortalecer la dictadura del proletariado y marchar al comunismo”.20

Según Abimael Guzmán, en la elaboración de su estrategia militar se basaron ampliamente en la experiencia de lucha armada acumulada por distintas organizaciones revolucionarias nacionales e internacionales. Señala como fuentes fundamentales de su doctrina las experiencias de China y Argelia. En América Latina, las de los Tupamaros de Uruguay, Carlos Lamarca en Brasil, los escritos de Vania Bambirra. En el Perú, subraya la importancia de la obra de Jorge Basadre, La multitud, la ciudad y el campo, de Hidebrando Castro Pozo, Del ayllu al cooperativismo, y de Carlos Daniel Valcárcel, La revolución de Túpac Amaru. Afirma, asimismo, que estudiaron la experiencia de las guerrillas del MIR de 1965, de Hugo Blanco en La Convención y Lares, el texto de Héctor Béjar, Perú 1965. Una experiencia guerrillera, la experiencia de la guerrilla frustrada del teniente Vallejos en Jauja, en 1963. Dice asimismo que en vísperas del inicio de las guerrillas de 1965 habló con militantes del MIR, pero no pudieron llegar a un acuerdo. De la experiencia del MIR asimilaron enseñanzas acerca de cómo construir la dirección, y de cómo entender mejor el peso de las ciudades en América Latina. De allí saldría la decisión de combinar desde los inicios el trabajo en campo y ciudad: “El campo como principal y la ciudad como complemento”.

Sendero Luminoso ha sido descrito como un “proyecto pedagógico”, que ofrece un discurso fácil de entender, accesible, simple y que da respuestas a todas las incertidumbres que tienen que afrontar los jóvenes, particularmente en una sociedad con las características autoritarias y marginadoras del Perú. A pesar del esfuerzo de modernización realizado por el estado desde fines de los años cincuenta, en 1965 el sistema educativo no lograba responder a la demanda social que su crecimiento había suscitado. Entró en una etapa de deterioro continuo, de pauperización de los maestros y de pérdida de prestigio de la carrera docente. Este magisterio empobrecido va a jugar un papel muy importante en el desarrollo de SL, que abandonó al APRA y al PC Unidad en cuyas filas el sector docente había tenido más presencia hasta el gobierno militar. Entre los maestros crece la conciencia de que son parte de los trabajadores explotados; el gremio docente adquiere fuerza. Sus acciones reivindicativas durante los primeros años de la década del setenta chocan con el conservadurismo de los dirigentes gremiales. Eso abre un espacio a los grupos maoístas dentro de las bases gremiales. Surge el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana (SUTEP). En el SUTEP, SL gana posiciones en Lima y en las regiones serranas, particularmente en Ayacucho.

Para entender el éxito del proyecto político de SL entre los maestros, es necesario considerarlo en el contexto de auge del marxismo entre la intelectualidad peruana, que ocurrió desde los años sesenta, y con particular fuerza en los años setenta. En el magisterio se difundió un “marxismo de manual”, alimentado por las ediciones económicas de textos de divulgación principalmente soviéticos y chinos. Las razones de este fenómeno han sido bien estudiadas: el marxismo de vulgarización ofrece explicaciones y seguridades a una juventud que carece de ellas; su dialéctica convierte al futuro en un escenario previsible con resultados ineludibles. Otra razón de su éxito es que se inscribe en una corriente pedagógica que enfatiza la autoridad del maestro y el libro y el aprendizaje mediante memorización. El marxismo senderista contribuyó a consolidar en el magisterio una tradición dogmática y autoritaria, que sería un excelente caldo de cultivo para el asentamiento de SL en el sistema educativo.

El Comité Regional del PCP-Bandera Roja de Ayacucho logró consolidar su presencia en la región en gran medida gracias a las luchas desplegadas por la gratuidad de la enseñanza en Huanta y Ayacucho, en 1969. De esta lucha surgió el Frente de Defensa de la Universidad, convertido después en Frente de Defensa del Pueblo, el primero en surgir a nivel nacional e inspirar a otras luchas regionales de los maestros, como lo señala con orgullo Abimael Guzmán.21 Los maestros maoístas de Huanta y Huamanga en lucha consiguieron la derogación de la disposición que limitaba la gratuidad de la enseñanza en el nivel nacional. Semejante resultado prestigió fuertemente al movimiento. Como parte de su estrategia de implantación en el campo ayacuchano, apurimeño y huancavelicano, fue muy importante para SL además controlar la Facultad de Educación de la UNSCH. A pesar de atravesar diversas vicisitudes, los senderistas nunca llegaron a perder su predominio en el Programa de Educación en toda la década de 1970. Controlaban, asimismo, el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE) de Ayacucho y los estratégicos Planteles de Aplicación Guamán Poma de Ayala, las escuelas donde los estudiantes del magisterio realizaban sus prácticas.

Tener al sector de la educación en la UNSCH fue decisivo para captar al movimiento estudiantil universitario. Entre sus militantes dispuestos a hacer la revolución se reclutó el contingente juvenil que en 1980 iniciaría la lucha armada. Muchos estudiantes que llegaban a Huamanga para formarse como maestros provenían de las comunidades de la región, y tenían como propósito retornar a sus lugares de origen después de graduarse. En la Universidad fueron ganados para el discurso senderista y luego retornaron a hacer trabajo proselitista en el campo, abriendo los canales a través de los cuales otros estudiantes, los “visitantes”, podían continuar y ampliar el trabajo de captación de militantes. Otra explicación para la incorporación de los jóvenes a SL es la necesidad de pertenencia, de apoyo emocional por parte de los jóvenes migrantes desgajados de su medio familiar y social para irse a vivir a las ciudades y seguir estudios universitarios: “Muchos jóvenes engrosaron las filas de Sendero más por sus carencias afectivas antes que por una identificación ideológica. Lo que leían bastante en ese tiempo era El Diario, ¿no? Y eso es lo único que repetían”. Esta opinión corresponde a un profesor universitario de la Universidad Nacional de Centro del Perú (UNCP), que trabajó en la Universidad durante todo el tiempo de la violencia.22

SL era igualmente exitoso entre los alumnos secundarios. Los maestros aprovechaban su posición privilegiada para hacerles llegar el mensaje senderista. En la ciudad de Huamanga, Sendero desplegó una intensa lucha desde abril de 1975 para mantener el control de los estratégicos Planteles de Aplicación Guamán Poma de Ayala de la Universidad de Huamanga. A la lucha, que duró dieciocho meses, con toma de locales y despliegue de autodefensa, la dirección de Sendero le otorgó la mayor importancia, como puede deducirse del folleto en que defiende su posición, uno de los escasos documentos previos al inicio de la lucha armada en el cual figuran textos del profesor Abimael Guzmán.23

La trascendencia adquirida por SL en la región de Ayacucho a través de los maestros convertidos al maoísmo revela el valor depositado en la educación por el campesinado. Desde décadas atrás, el acceso al sistema educativo figuraba entre sus principales demandas y era tanto o más importante que la reivindicación de la tierra. Los abusos propiciados por la persistencia de la estructura gamonal alimentaban el deseo de lograr incorporar a los hijos al sistema educativo. Los maltratos sufridos, las injusticias, encontrarían remedio cuando los hijos fueran profesionales; ellos tendrían el poder de cambiar el orden social existente. La educación era vista no solamente como canal de ascenso social, sino como el poder de cambiar la injusticia sufrida. Un ejemplo ilustrativo de lo anterior es el testimonio de este campesino, ex senderista de 35 años, sector medio, Accomarca:24

Mi padre sufrió un accidente, se desbarrancó y el juez no dio parte a la autoridad de Vilcashuamán. Mi resentimiento creció ante esa persona, que no hizo la denuncia porque éramos pobres. Mi madre se quedó viuda y por un descuido dañó la sementera de la autoridad. Cuando este señor encontró el animalito de mi madre de inmediato lo degolló. Entonces mi mamacita recordaba ese suceso siempre y se ponía a llorar […] ella se preocupó en educarme diciéndome que podría haber un día que ese tipo de autoridades suplicarían un favor a su hijo con estudios.
La universidad se convirtió en un espacio donde el discurso sobre la responsabilidad social de los profesionales, de retornar lo recibido a la sociedad de la cual provenían, podía canalizarse a través de la militancia política:

Yo pensaba que cuando fuera enfermera a cuántos voy a poder ayudar. En ese entonces tenía entendido que el problema no era ayudar a uno o a dos, el problema era cambiar el sistema, cambiar el orden, cambiar este estado terrateniente […] luchar por ello y solo de esa manera se podía garantizar la igualdad de todos. Entonces abandoné la universidad y dejé mi familia, dejé a mi hijo; yo tenía un novio, yo me iba a casar y dejé todo, destruí todo porque yo amaba al pueblo, amaba a la gente pobre, yo viví por ellos, por el pueblo, por las masas, por los niños, por los explotados, por los harapientos, por los desocupados, yo busqué al partido y le pedí desplazarme al campo. En agosto del año ochenta y dos me integré definitivamente a la lucha armada, a la guerra popular.25
En este caso, la voluntad de entrega llega hasta la renuncia a los estudios, a la familia, el matrimonio y el propio hijo. Varias militantes senderistas entrevistadas explicaron cómo, al incorporarse a la militancia abandonaron a sus hijos, entregándolos a familiares, amigos e incluso a conocidos para que se hicieran cargo de criarlos. En esta decisión pesaba, por una parte, el deseo de protegerlos, tratando de ponerlos al margen de los riesgos que su opción representaba. Por la otra, el deseo de dar la mayor muestra de consecuencia revolucionaria, al sacrificar su maternidad en aras de la revolución. La propia Elena Iparraguirre, la compañera de Abimael Guzmán, maestra ella también, encomendó sus hijos a su madre, para dedicar su vida a la revolución.26

Frente a las injusticias y abusos crónicos Sendero asumió un papel moralizador y justiciero que le otorgó legitimidad en diferentes espacios sociales, urbanos y rurales. Partía por la denuncia, advirtiendo luego a los implicados que modificaran su conducta o se marcharan, para después proceder a castigarlos, con sanciones que podían incluir castigos físicos e incluso la muerte.27 Esta conducta generó simpatías entre los estudiantes, profesores y trabajadores:

Bueno […] vamos a hablar claro, en el tiempo que estuvo Sendero […] bajó el problema de profesores que cobraban [sin trabajar], que chantajeaban, todo el mundo se puso tranquilito, algo que hasta en profesores se comentaba, por ese lado sí era positivo, después que se fue Sendero, volvieron a sus andanzas.
Quien afirma esto es un profesor universitario de la UNCP que, aunque no aprueba los “excesos” de Sendero, reivindica el papel moralizador y justiciero que éste cumplía en una universidad que desde hacía décadas confrontaba problemas endémicos de corrupción.28

Desde sus inicios SL fue concebido como un movimiento de carácter nacional, cuyo objetivo último era realizar la revolución a través de la lucha armada. Aunque sus orígenes están ligados a Ayacucho, y en particular a la Universidad San Cristóbal de Huamanga, no se trató nunca de un proyecto regional que, debido a su sorpresivo desarrollo, buscara, a partir de un determinado momento, convertirse en un proyecto nacional. Desde el comienzo se pensó en un proyecto nacional y consecuentemente se decidió instalar la dirección en Lima. En la Convención del Comité Regional 14 de Junio, realizada en 1975 en el distrito de Comas, en Lima, Guzmán sostuvo que el trabajo partidario en la ciudad debía adecuarse en función del trabajo en el campo, para iniciar la guerra popular. En Lima debería crearse el Comité Metropolitano con el objetivo de convertir la capital en centro de expansión y caja de resonancia del partido y base de toda la organización a nivel nacional.29 La conformación y la dirección del Comité Metropolitano fueron encomendadas a la segunda compañera de Guzmán, Elena Iparraguirre, ya mencionada, luego conocida como la camarada Miriam.

En marzo de 1977, el Comité Central (CC) de SL realizó la II Reunión Nacional de Organismos Generados y abordó el tema de la construcción del partido bajo la consigna de “Construir la Lucha Armada”. Es decir, dos años después de haberse organizado a nivel nacional, Sendero estaba dando pasos concretos para organizar el inicio de la guerra popular. La responsabilidad de la elaboración del Plan Nacional de Construcción recayó en el Comité Coordinador Nacional, conformado para tal fin por siete dirigentes. El Plan determinó que se requerirían dos períodos de cuatro a cinco años para desarrollar las condiciones necesarias para comenzar la lucha armada. El VII Pleno del CC, realizado en mayo de 1977, acordó desplazar varios cuadros a diferentes lugares del país, con el objetivo de sentar las bases para iniciar la lucha armada.30

El 7 de junio de 1979, la fecha en que la fuerza armada celebra el Día de la Bandera, el CC organizó el “Acto de la Bandera”. Ese día Guzmán logró imponer su posición de iniciar la lucha armada a corto plazo y con ello su liderazgo más allá de Ayacucho. Hasta entonces era cuestionado por los dirigentes limeños del partido, que consideraban más necesario desarrollar trabajo organizativo. En este acto se lo proclamó como el artífice de la reconstrucción del partido, acordándose reconocerlo como Jefe del Partido y de la Revolución. En un discurso conocido como “Por la nueva bandera” Guzmán emprendió un ataque frontal contra lo que calificaba como “línea oportunista de derecha”. Emplazó a sus partidarios a optar por su posición o atenerse a las consecuencias: “Problema es dos banderas en el alma, una negra y otra roja. Somos izquierda, hagamos holocausto con la bandera negra, fácil es que cada uno lo haga, de lo contrario los demás pasaremos a hacerlo”.31 En setiembre del mismo año se realizó la I Conferencia “Definir y Decidir”, donde Guzmán derrotó por completo a los que se oponían al inicio de la lucha armada en el corto plazo.

A comienzos de 1980 se vive un momento muy tenso en todo el país, por la campaña electoral y el fin del gobierno de los militares y una oleada de huelgas que culmina en febrero. En una reunión partidaria de marzo con su poder plenamente consolidado, Guzmán anunció la decisión de iniciar las acciones armadas. Para él, se trataba simplemente de realizar la voluntad de las masas, que hablaban por su boca:

Unos hemos bregado porque se acuerde pasar al lenguaje de las acciones militares y otros con pertinacia se han opuesto con argucias, maniobras y hasta arterías. Pero se ha impuesto, está definido porque nuestra patria pide definiciones, porque nuestro pueblo pide decisión; el pueblo clama y nosotros respondemos a ese clamor, a esa exigencia, sentimos lo que sienten y queremos lo que quieren, quieren que sus manos hablen el lenguaje preciso y contundente de los hechos armados.32
Un mes después, la II Sesión Plenaria del CC de SL, realizada entre el 17 y el 28 de marzo de 1980, aprobó el “Plan de inicio de la lucha armada” bajo la consigna de “Desarrollar la militancia del partido a través de acciones”. Entre el 2 y el 19 de abril de 1980 se realizó la Primera Escuela Militar de SL en una casa situada al este de Lima, aunque la historia oficial senderista afirmó luego que ésta se había realizado en la comunidad de Chuschi, Ayacucho.33 El discurso de clausura de la I Escuela que pronunció Abimael Guzmán adquiere tintes proféticos cuando habla de la decisión de pasar a la acción:

Somos los iniciadores. Esta I Escuela Militar del Partido […] sella los tiempos de paz, apertura (sic) los tiempos de guerra. Camaradas: ha concluido nuestra labor con manos desarmadas, se inicia hoy nuestra palabra armada: levantar a las masas, levantar campesinos bajo las inmarcesibles banderas del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Zedong. Un período ha terminado; los aprestos del nuevo están concluidos. Sellamos hasta aquí lo hecho. Aperturamos (sic) el futuro. La clave son las acciones; objetivo, el poder. Eso haremos nosotros, la historia lo demanda, lo exige la clase, lo ha previsto el pueblo y lo quiere; nosotros debemos cumplir y cumpliremos, somos los iniciadores.34
Para Guzmán la ofensiva armada que iban a iniciar no era simplemente la respuesta a las condiciones internas del país; formaba parte de un movimiento más profundo de la historia, de envergadura mundial:

El poderoso movimiento obrero internacional, las encrespadas olas del movimiento de liberación nacional, el desarrollo de los partidos comunistas, el marxismo elevado a la gran cumbre del pensamiento Mao Zedong nos han traído a una nueva situación: estamos entrando a la ofensiva estratégica de la revolución mundial, los próximos cincuenta a cien años serán del barrimiento del dominio del imperialismo y todos los explotadores. Es la historia que no puede ser vuelta atrás. En las manos de la clase obrera, en las direcciones de los partidos comunistas, en la fuerza del campesinado pobre sustento mismo de la guerra popular que crecerá más cada día hasta derrumbar el viejo orden, el mundo está entrando en una nueva situación: la ofensiva estratégica de la revolución mundial. (Los énfasis son míos).35
Según la teoría militar de Mao Zedong, que Guzmán sigue, las guerras, incluidas las revolucionarias, pasan por tres fases estratégicas: la defensiva, el equilibrio y la ofensiva estratégica, que corresponde a la fase final, al asalto al poder. Para Guzmán, SL entraba pues en acción cuando las tendencias planetarias apuntaban al triunfo definitivo de la revolución mundial.36 De allí el tono apocalíptico que adopta cuando habla del porvenir que les aguarda:

Nos ha correspondido vivir en una época extraordinaria. Nunca antes los hombres tuvieron tan heroico destino, así está escrito. A los hombres de hoy, a estos hombres que respiran, que bregan, que combaten, les ha correspondido barrer a la reacción de la faz de la Tierra, la más luminosa y grandiosa misión entregada a generación alguna. En esa situación estamos. La revolución mundial entra en ofensiva estratégica, nada puede prevalecer contra ella; innumerables legiones de hierro se levantan y se levantarán más y más, y multiplicándose inagotablemente cercarán, aniquilarán a la reacción. La reacción, al desgarrar las carnes del pueblo, al descargar sus sangrantes zarpas, lo que hace es simplemente enredarse, enmarañarse; busca saciarse en la sangre del pueblo, pero esa sangre se levanta como alas furiosas y esas carnes golpeadas se convierten en poderosos látigos vengadores y sus músculos y su acción se convierten en arietes de acero para destrozar a los opresores a quienes aplastará irremediablemente.37 
El 17 de mayo de 1980 una pequeña columna armada de SL ingresó en la localidad ayacuchana de Chuschi y quemó 11 ánforas electorales. SL estaba dando comienzo a los planes políticos y militares del Inicio de la Lucha Armada (ILA), con la decisión de “aprender a combatir en el curso mismo de la guerra”. El ataque a Chuschi se produjo en vísperas de las primeras elecciones generales después de doce años de gobierno militar. Por primera vez los indígenas analfabetos podrían ejercer su recién reconocido derecho al voto y la reforma agraria acababa de golpear duramente a la clase terrateniente. La votación se producía en un clima de apertura política inédito, con una amplia participación de las organizaciones de izquierda en la arena electoral.

Dos semanas después, se contabilizaban noventa y ocho operaciones. El mes de junio de 1980 fue particularmente agitado. Una bomba fue detonada en la tumba del general Velasco, a quien Sendero sindicaba como el autor de la fascistización de la sociedad peruana. El 13, una turba de manifestantes lanzó bombas molotov contra el local de la Municipalidad de San Martín de Porres en Lima, distribuyendo volantes del Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas (MOTO), un aparato de SL.38 En Ayacucho el día 1º de ese mes apedrearon el local de la sanidad de la Guardia Civil (GC) y el 14 sufrió la misma suerte el Hotel de Turistas. Estos atentados, así como el robo de mil doscientos cartuchos de dinamita en Arequipa, en julio, el ataque con dinamita a un local de Acción Popular, a un colegio en Ayacucho, las voladuras de la carretera que unía la planta con la mina en Canarias y otros atentados fueron calificados por la prensa como el inicio de acciones terroristas en el país. El 10 de julio el fundo San Germán de Ayrabamba fue asaltado por unos quince senderistas armados que se llevaron armas de caza, radiotransmisores y dinero. Para Abimael Guzmán se trataba de involucrar a las masas, de impulsar su “desborde”, y de entrenar y dotar de experiencia a los cuadros senderistas. En Ayacucho se sindicó a dieciséis personas “del llamado Frente de Defensa del Pueblo” como sospechosos. El 28 de julio, mientras se hacía la transferencia de poder, los Consejos Provinciales de Cangallo y Huancapi fueron dinamitados. Igual destino siguió la antena de la estación repetidora del cerro Yanaorco. En Cerro de Pasco fue asaltada la compañía minera Atacocha, sustrayéndole más de trescientos cartuchos de dinamita. A día siguiente en un operativo similar se sustrajeron dos mil doscientos cartuchos del Ministerio de Transportes en Pomabamba, Ayacucho. Durante los años siguientes, la dinamita sería una de las armas fundamentales de las columnas guerrilleras senderistas.

Ya el 29 de mayo, o sea a pocos días de iniciarse la lucha armada, el buró político ampliado de SL hizo un primer balance y planificó los pasos a dar para los tres meses siguientes. En una nueva reunión iniciada el 8 de agosto, sus informes daban cuenta de acciones realizadas en las provincias de Ayacucho, Huancavelica, Andahuaylas, Arequipa-Tacna, Huancayo, Lima y Chiclayo. La conclusión que sacaron de la evaluación del inicio de la lucha armada determinaba la naturaleza de las acciones que seguirían: “El partido está preparado para marchar hacia el inicio de la guerra de guerrillas”.39

Guzmán desbordaba entusiasmo mientras subrayaba el éxito de las acciones realizadas.40 Su discurso adquiría tintes mesiánicos al hablar del futuro de la guerra que empezaban:

Larga ha de ser pero fructífera; cruenta ha de ser pero brillante; dura ha de ser pero vigorosa y omnipotente. Se ha dicho que con fusiles se transforma el mundo, ya lo estamos haciendo. […] Para todo Partido Comunista llega un momento que asumiendo su condición de vanguardia del proletariado en armas rasga los siglos; lanza su rotundo grito de guerra y asaltando los cielos, las sombras y la noche, comienzan a ceder los viejos y podridos muros reaccionarios, comienzan a crepitar y crujir como frágiles hojas ante tiernas y nuevas llamas, ante jóvenes pero crujientes hogueras. La guerra popular comienza a barrer el viejo orden para destruirlo inevitablemente y de lo viejo nacerá lo nuevo y al final como límpida ave fénix, glorioso, nacerá el comunismo para siempre.
En octubre Sendero lanzó una fuerte ofensiva que se prolongó hasta diciembre. Ese mes, el presidente Belaúnde dijo que debiera calificarse como traidores a la patria “a quienes con actos de terrorismo y sabotajes destruyan las riquezas del país”. El ministro del Interior, José María de la Jara, reconoció que la “minúscula organización política ultraizquierdista denominada Sendero Luminoso” había realizado más de 200 actos terroristas y que las fuerzas policiales habían capturado a más de cien sospechosos. Sin embargo, descartó la posibilidad de declarar el estado de emergencia o pedir la suspensión de las garantías constitucionales. Poco después las autoridades empezaron a detener a “supuestos terroristas”. Edith Lagos Saez, ex estudiante de derecho de la Universidad San Martín de Porres, fue detenida en Ayacucho el 20 de diciembre, al cabo de un operativo de dos meses y fue acusada de ser una de las “cuatro dirigentes más importantes de Sendero Luminoso”.

Cuando, en febrero de 1981, un proyecto de Decreto Legislativo tipificando el delito de terrorismo fue presentado al Consejo de Ministros por el ministro de la Jara, esta iniciativa fue cuestionada inmediatamente por los representantes de izquierda. El 10 de marzo el gobierno promulgó finalmente el Decreto Ley número 046, que pretendía combatir el delito de terrorismo. El APRA y la Izquierda Unida manifestaron su preocupación por los peligros que pudiera representar este dispositivo para el ejercicio de las libertades de expresión, prensa y asociación. Los conflictos entre las diversas organizaciones partidarias continuaban. En mayo la bancada del Senado de la alianza de la Acción Popular y el Partido Popular Cristiano (AP-PPC) denegó el pedido de la izquierda, que solicitaba se conformara una comisión parlamentaria investigadora de los actos terroristas, aduciendo que el asunto era competencia del Poder Judicial.

En enero de 1981 Sendero inició el desarrollo de su II Plan Militar. Éste se prolongaría hasta enero de 1983. Para la primera oleada del plan, se decidió “impulsar la guerra de guerrillas”, se definió como estrategia política “abrir zonas guerrilleras para conquistar bases de apoyo” y como estrategia militar “construir los destacamentos y aplicar las seis formas de lucha”: propaganda, movilización, sabotaje, levantamiento de cosechas, invasiones y acciones guerrilleras. Esto suponía, básicamente, hacer proselitismo a través de acciones violentas, dañar o destruir la infraestructura productiva del estado y de las empresas definidas como enemigas del pueblo. Merece una atención particular el “levantamiento de cosechas”, que suponía invadir las Sociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS), las Cooperativas Agrarias de Producción y haciendas para apropiarse de la maquinaria, ganado, etc. y arrebatar sus cosechas a los sectores campesinos acomodados para distribuirlas entre los campesinos pobres.

La importancia de estas acciones radica en que eran una forma de comprometer a las masas, obligándolas a ir más allá de la “legalidad burguesa”, colocándolas en abierto enfrentamiento con el estado. Las otras acciones consistían en impulsar la invasión de las tierras y realizar emboscadas contra los integrantes de la GC, tratando de esta manera de proveerse de armamento. Sin embargo, para Guzmán lo decisivo para triunfar en la guerra que se iniciaba era el armamento político e ideológico de los militantes de Sendero: “El arma no es lo que hace al destacamento”. Siguiendo a Lenin y a Mao Zedong, consideraba que la limitación de recursos bélicos no era un pretexto para no combatir, y que era necesario aprender a formar “destacamentos armados sin armas”.41

Es difícil sobrestimar la importancia otorgada por la dirección senderista al armamento ideológico de su militancia. La realización de reuniones partidarias –sesiones del CC y de los Comités Regionales, Plenarios, CC Ampliados, Congreso, etcétera– era constante, y éstas podían prolongarse por varios meses. A pesar de los problemas de seguridad que la realización de los eventos partidarios representaba, se sostuvo en medio de vastas campañas militares, inclusive en los momentos de mayor represión. Esta política creaba en los militantes la sensación de que el “Presidente Gonzalo” estaba permanentemente con ellos, velando por cada uno de los problemas que la lucha planteaba. La asistencia de delegados del interior a las reuniones regionales y nacionales, y las posteriores reuniones en las bases partidarias para explicar las decisiones tomadas y su alcance, eran fundamentales para reforzar el sentimiento de pertenecer a una gran familia, fuera de la cual no existía nada. Esta forma de adhesión al partido tomaba el lugar de la familia, los seres queridos, padres e hijos. Con el tiempo, el control de Sendero sobre sus miembros iría adquiriendo un carácter compulsivo: se llegó a censurar lo que los militantes leían, las noticias publicadas en los diarios, etc. Significaba para la militancia vivir en un mundo modelado por la dirección partidaria, impermeable a las noticias, los eventos y, en el límite, la realidad del mundo exterior.42

La continua realización de eventos partidarios no significa que el funcionamiento de Sendero fuera democrático. Desde un principio Abimael Guzmán se preocupó por concentrar todo el poder, maniobrando para institucionalizar una instancia central de conducción que él controlaba plenamente y que dirigía en los hechos a SL, el Comité Permanente, conocido también como Comité Permanente Histórico. Este comité estaba constituido por Abimael Guzmán, la camarada Norah (Augusta la Torre, su esposa) y la camarada Miriam (Elena Iparraguirre, su segunda compañera). En buena cuenta el único que tomaba decisiones era pues Guzmán, contando con el respaldo de su entorno familiar más inmediato.43 A la muerte de Norah, su puesto fue cubierto por Alberto Ramírez Durand, el camarada Feliciano, pero él sostiene que su presencia era apenas decorativa, porque mientras que él estaba en el campo combatiendo, Guzmán y Miriam estaban en Lima, de tal manera que, en la imposibilidad de realizar reuniones con él, sólo ellos tomaban todas las decisiones.44

En abril, culminó la Primera Ola del II Plan Militar. Los atentados habían pasado de pequeñas acciones contra oficinas estatales en pequeños poblados desconocidos del interior a la voladura de torres de alta tensión del sistema interconectado de la Central Hidroeléctrica del Mantaro, en la sierra central, la mayor proveedora de energía del país, de la que depende Lima –el mayor polo industrial– y buena parte del litoral. Esta energía hace posible, también, el procesamiento de los minerales que el Perú exporta. Al convertir a la red del sistema eléctrico en un blanco privilegiado de sus atentados Sendero golpeaba uno de los pilares estratégicos de la economía peruana. En los tres primeros meses de 1981 se registraron más de noventa atentados con explosivos en todo el Perú.45

Para Guzmán y la dirección de SL fue una enorme sorpresa la facilidad con que se creó el vacío de poder en vastas zonas donde actuaban. Más tarde, el líder reconoció que la sorpresa fue tal que les obligó a tomar decisiones no consideradas originalmente en el plan de inicio de la lucha armada.46 Se introdujo una nueva e importante “especificación” al maoísmo, vale decir, su adaptación al Perú en un sentido senderista. Según Mao, el poder popular debe construirse sólo hacia el final de la guerra, cuando las fuerzas revolucionarias controlan el campo y preparan el asalto de las ciudades. Pero la desaparición del poder estatal en amplias zonas del interior era una situación para la cual la teoría revolucionaria no tenía recetas. Guzmán decidió que en las “zonas liberadas” se creara un estado paralelo y se empezara a construir comités populares como embriones del nuevo poder, del “estado de Nueva Democracia”.

Sendero se dispuso a iniciar la Segunda Ola del II Plan Militar cuya consigna era “Conquistar, remover y batir el campo”. Esta Segunda Ola duró de mayo a julio de 1981. La estrategia militar apuntó a conseguir armas y otros medios, principalmente batiendo a las fuerzas policiales. La consigna se cumplía en el campo pero también en la ciudad, donde se emboscaba a guardias civiles para arrebatarles sus revólveres.

Mientras Sendero avanzaba con firmeza en el logro de sus objetivos, las dudas y conflictos en el aparato del estado seguían impidiendo una actuación coherente. En mayo el APRA, el PC y la Unión Democrático Popular (UDP) presentaron proyectos de ley demandando la derogación del Decreto Ley número 046 o Ley Antiterrorista. Ninguno prosperó. El senador Alva Orlandini declaró que el terrorismo “podría estar financiado por la mafias del narcotráfico interesadas en mantener a la policía distraída”. La Guardia Republicana (GR) admitió dicha posibilidad y se envió a Ayacucho a fuerzas policiales especializadas para luchar contra SL, los Sinchis de la GC y los Llapan Atic de la GR. En junio el ministro de Justicia Felipe Osterling acusó de un plan de agitación en los penales al “hampa, narcotráfico, terrorismo e izquierda”, al mismo tiempo que el gobierno convocaba a un pacto político a todos los partidos. (Hay una evidente incongruencia entre la convocatoria hecha por el presidente a los partidos de izquierda y la descalificación de los mismos por su ministro). Un mes después, la Comisión Episcopal de Acción Social presentó una documentada denuncia sobre torturas y violación de derechos humanos por parte de la GC. Para setiembre arreciaban las críticas al ministro del Interior De la Jara por su labor poco eficaz frente al terrorismo, mientras el senador Alva Orlandini planteaba insistentemente la implantación del estado de emergencia en Ayacucho. Un mes después la muerte del estudiante aprista Antonio Ayerbe Flores en Cusco, como consecuencia de la violenta represión de una manifestación, motivó la renuncia de De la Jara. El ingreso del general retirado de la Fuerza Aérea José Gagliardi al Ministerio de Interior inició el viraje hacia una mayor presencia de las Fuerzas Armadas.

En setiembre se inició la Tercera Ola, que duró hasta setiembre de 1981, conservando básicamente la misma estrategia. Luego de una evaluación de los avances conseguidos en las tres primeras “olas”, la dirección de SL decidió fijar un segundo momento en el II Plan Militar, bajo la nueva consigna de “Remover el campo con acciones guerrilleras”. Este segundo momento duraría hasta marzo de 1982, con dos campañas: la primera entre noviembre de 1981 y enero de 1982, y la segunda –reconsiderando los plazos anteriores– entre abril y junio de 1982.

Al acercarse el fin de 1981, los integrantes de los destacamentos de SL habían acumulado una importante experiencia militar. El día 11 de octubre cincuenta personas lanzaron un ataque contra el puesto policial de Tambo, en la provincia de La Mar, Ayacucho, y se llevaron dos metralletas y tres revólveres. El 12 de octubre el gobierno declaró en estado de emergencia cinco de las siete provincias de Ayacucho (Huamanga, Huanta, Cangallo, La Mar y Víctor Fajardo) y suspendió por sesenta días las garantías constitucionales relativas a la libertad y seguridad individual. La ignorancia de los funcionarios estatales acerca de la naturaleza del desafío senderista era muy grande. El viceministro del Interior Héctor López Martínez sostuvo que los grupos terroristas contaban con vinculaciones internacionales que apoyaban sus actividades, y atribuyó la responsabilidad del terrorismo a SL, el PC del Perú “Pukallacta” y el MIR IV Etapa, organización que había dejado de existir en 1979.

El país tomó conciencia de la importancia de la insurrección senderista recién con la fuga de reclusos del Centro de Rehabilitación Social (CRAS) de Huamanga, entre el 2 y 3 de marzo de 1982, cuando escuadras senderistas asaltaron el penal de Ayacucho logrando la fuga de trescientos presos, entre los cuales se encontraba Edith Lagos. Fue la acción militar más grande emprendida por Sendero hasta la fecha y se realizó con una sorprendente efectividad, coordinación y contundencia. En el cuartel Los Cabitos, cerca de la ciudad de Huamanga, se encontraban acantonadas fuerzas militares esperando, para intervenir, una orden de Lima, que no llegó. Según Abimael Guzmán, el plan original era aún más ambicioso: se trataba de coordinar una fuga en el nivel nacional, pero no fue posible lograrlo.47

La respuesta de las fuerzas del orden fue bárbara. Efectivos de la GR asesinaron a tres senderistas detenidos que se encontraban heridos e inermes, internados en el hospital de Huamanga. Al entierro de los dos militantes ayacuchanos, Carlos Alcántara y Jesús Luján, concurrió una multitud y sus féretros fueron cubiertos con la bandera de SL. Los restos de Russell Wensjoe fueron trasladados a Lima para su entierro. El gobierno decretó el estado de emergencia y el toque de queda en la ciudad de Ayacucho.

En un documento que parece haber sido redactado poco después de febrero 1982, Guzmán dio a conocer los logros de dos primeros años de guerra revolucionaria. Ésta, decía el líder, había forjado el temple de los militantes y permitido la formación y construcción de una fuerza armada dirigida por el partido; era “grande la cantidad y la calidad cada vez más alta” que sus acciones armadas alcanzaban. A eso añadía

una cuarta conquista que por su trascendencia es principal: surgimiento y desarrollo de zonas guerrilleras, cuya importancia está en que son los ámbitos en que, a través de la pujanza y creciente marea armada de la guerra de guerrillas, hemos de levantar nuestras futuras bases de apoyo, los bastiones avanzados y revolucionarios establecidos por el pensamiento militar del Presidente Mao Zedong, base que son la esencia misma del camino de cercar las ciudades desde el campo, la esencia misma de la guerra popular.48 
Ese mismo mes, el presidente Belaúnde se declaró partidario de la pena de muerte para enfrentar la “delincuencia terrorista”. La Policía de Investigaciones del Perú (PIP) anunció que había golpeado al terrorismo con la desactivación del Comité Regional de SL que operaba en Huancayo, La Oroya y Cerro de Pasco. Pero la evaluación que Abimael Guzmán hacía del desarrollo de la guerra popular era muy diferente. Sendero había realizado dos mil novecientas acciones armadas, calificadas por Guzmán como:

acciones contundentes que remecen las bases semifeudales del estado, descargando el peso de la acción reivindicadora armada contra gamonales de nuevo y viejo cuño. […] Acciones macizas que apuntan directamente contra el imperialismo yanqui, principal dominador imperialista aquí en nuestro suelo, como los golpes a la Southern [la empresa cuprífera más importante] en el sur del país, la serie de acciones contra empresas yanquis ligadas a ellas en la propia capital y muy especialmente la resonante acción contra la embajada y residencia de los Estados Unidos y la simbólica voladura del busto de Kennedy, en Miraflores. Así como también los golpes dados en la embajada china, siniestra guarida del revisionista Teng y sus secuaces […]

Y las vitales y trascendentes acciones directas contra el estado, sus aparatos y fuerzas represivas, en especial sus fuerzas policiales. […] Acciones todas que golpean contundentemente a las fuerzas reaccionarias […] acciones que nos permiten arrancar armas al enemigo, fuente principal de nuestro propio armamento y, lo que es fundamental, asestar duros golpes a la propia moral de los aparatos estatales reaccionarios y su contingente.49
 
Finalmente, el mismo documento especificaba los blancos de las acciones de Sendero: propaganda armada, sabotaje contra la infraestructura económica del estado, principalmente contra el sistema de distribución de energía eléctrica y el sistema de telecomunicaciones, ataques contra empresas nacionales –públicas y privadas– y extranjeras, contra colegios “elitistas y aristocratizantes”, contra los gamonalillos y los “gamonales de nuevo y viejo cuño”, tomas de pueblos, atentados contra el imperialismo yanqui, contra la China de Teng Tsiao Ping, contra las fuerzas policiales, “juzgados, gobernaciones, jefaturas de trabajo, oficinas de contribuciones, registros electorales, municipios, ministerios”, locales del partido de gobierno, el Parlamento, locales de la GC, GR y PIP en todo el país, “contra connotados agentes represivos” y una incursión contra la Base Aeronaval del Callao. Evidentemente, Sendero estaba aprovechando la ventaja que le otorgaba el factor sorpresa, la falta de inteligencia adecuada del estado, así como la subestimación que se había hecho del alcance y las potencialidades de sus acciones. Para entonces, la forma como se estaba llevando adelante la represión empezaba a preocupar a los organismos internacionales. La División de Derechos Humanos de las Naciones Unidas decidió investigar las denuncias sobre violaciones de los derechos humanos en el Cusco, mientras que Amnistía Internacional denunció el uso de la tortura y la existencia de presos políticos en el Perú.

Paralelamente a los rápidos avances de Sendero se abría un nuevo frente de violencia política que complicaría aún más el panorama al gobierno de Belaúnde. El 1º de marzo de 1982 una fracción del Partido Socialista Revolucionario Marxista Leninista (PSR-ML) se fusionó con el MIR El Militante para formar otra organización decidida a impulsar la guerra revolucionaria. Nació así el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

En julio la dirección de Sendero decidió entrar en el “tercer momento” de su II Plan Militar, cuya nueva consigna era “batir al enemigo, golpear a las fuerzas vivas y socavar el orden reaccionario”. Este tercer momento se dividió en dos campañas: “Batir I”, de julio de 1982 a octubre de 1982, y “Batir II” de noviembre de 1982 a marzo de 1983. Las acciones desplegadas por SL, y en particular los ataques contra los puestos de la GC, provocaron un repliegue general del estado en vastas zonas del campo. El resultado fue acentuar la desigualdad poblacional del país –que concentra la población en unas pocas grandes ciudades y deja vastas zonas del interior muy escasamente pobladas–, y la de la presencia del estado. En capitales de provincia cuya población no sobrepasa los dos mil habitantes, los destacamentos policiales eran muy pequeños; con débiles fuerzas que muy poco podían hacer, salvo ceder terreno, ante el avance militar de Sendero. Se había creado pues un vacío de poder en el campo que Guzmán aprovechó para la creación de los comités populares, que debían ser la base de un “nuevo poder”:

Apuntamos a destruir relaciones semifeudales de explotación, apuntamos contra el gamonalismo que es la base del poder del estado y lo será en tanto no lo barramos; seguimos golpeando y le dimos contundentes y humillantes derrotas a las fuerzas policiales. […] Entonces, habiendo generado vacío de poder en el campo, se nos planteó el problema de ¿qué hacer? y resolvimos crear comités populares, o sea dictaduras conjuntas, un nuevo poder; nos planteamos hacerlos clandestinos, porque luego tendría necesariamente que ingresar la fuerza armada, eso lo sabíamos.50 
Estructuras clandestinas, que permitían proteger a sus militantes de la represión militar, los comités populares de un área formaban una base de apoyo y el conjunto de éstas debían formar la “República Popular de Nueva Democracia en formación”. Más adelante, hacia fines de la década de 1980, cuando Guzmán juzgó que se había pasado a una fase más avanzada de la guerra (el “equilibrio estratégico”) decidió la formación de comités populares ya no clandestinos sino abiertos. La creación de la “República Popular de Nueva Democracia en formación” fue el argumento aducido para convertir al camarada Gonzalo en el “Presidente Gonzalo” en 1983.51

Las opiniones que los comuneros tienen acerca de las motivaciones de los miembros de la comunidad para incorporarse a Sendero son variadas. Algunos valoran la capacidad que tenían los senderistas para llegar a la gente a través de un trabajo de esclarecimiento ideológico, particularmente durante la primera etapa de su lucha:

Ellos siempre llegaban a sensibilizar primero; o sea que le explicaba cuál era el objetivo de la guerrilla ¿no? Eso era porque así deben entrar, porque así a la prepo [con prepotencia] no era. Porque eran mucho más profesionales que cuando ya empezó el ochenta y tres, ochenta y cuatro, ochenta y cinco… Eran más ideólogos, que conocían a fondo la política de lo que perseguían ellos. […] ¿Por qué un campesino abraza la ideología de Sendero Luminoso? […] porque simplemente prometían pues poder, igualdad, justicia. Prometían que cuando llegaran al poder, todo [lo] injusto iba desaparecer. […] El campesino es fácil de convencer en lo ideológico, no todo el campesinado, pero sí parte de ellos.52 
Para otros, la ignorancia de la gente hacía que fuera fácil impresionarla: “Convencían a la gente más humilde que no estén preparadas pues. Decían: ‘Ah! Fácilmente le ganamos [a los militares], tenemos armas y con palos […] piedras, huaraca [honda], y así vamos a triunfar’. Así nos convencían”.53 Es sintomático que muchos de los que aducen la ignorancia como razón para incorporarse a Sendero tienen interiorizada la convicción de ser ellos mismos ignorantes e “impreparados”, lo cual es una evidencia más de cuánto valor se le otorga en el campo a la educación:

Por un problema, por una venganza entraban: no había una entrega. […] Jamás había convicción, jamás. Yo le puedo afirmar a cualquier mando político que jamás había una convicción, porque convicción no puede haber en un analfabeto, en uno que tiene primaria. Quien te habla tiene primaria, secundaria incompleta, no podemos decir eso de convicción, no habrá convicción.54 
La gran importancia otorgada a la educación permite entender el papel jugado por la Universidad de Huamanga, como faro ideológico:

Claro de repente eso haya sido de que en Pujas se introduzca más con el Sendero Luminoso […] los jóvenes de aquella vez eran más convencidos, fáciles de convencer y pertenecer a las filas del Sendero […] el diálogo que seguían los que estudiaban allá en San Cristóbal, la mayoría de los estudiantes eran bien convencidos, seguros de participar en eso; porque la ideología ya se había tratado desde la Universidad San Cristóbal; porque justo de acá la idea de la San Cristóbal es lo que sale hacia el campo.55 
La decisión consciente y meditada de incorporarse a la militancia es invocada a menudo. En este caso, la razón fundamental que se aduce es la explotación. Esto es generalizado entre quienes se reivindican militantes senderistas. No se trata tanto de la vivencia personal de la explotación sino de la indignación por los “agravios” cometidos contra sus padres y antepasados; lo cual remite a que por lo general no se trata de campesinos sino de hijos de campesinos, jóvenes instruidos para quienes la situación aceptada como parte del “orden natural” por sus padres56 resulta intolerable: “Allá por los años setenta en que más o menos ya me daba cuenta de la situación que se vivía en el país por el lugar donde vivo y por la misma vivencia que tenían con mis padres me daba cuenta de muchas cosas, mucha desigualdad, mucha miseria, a mi alrededor, mucha explotación”.57 Sendero prometía terminar con un orden secular de explotación a través de la guerra popular:

Yo entro al partido porque […] nos explicaban que nuestros abuelos han muerto arando la tierra, que esta política, que todos no queremos morir así; entonces, debemos agarrar las armas para cambiar al sistema de gobierno. Entonces al ver eso, al escuchar eso, no solamente yo, sino varios, en ese momento nos incorporamos. La campaña en ese tiempo era de un mes, entonces, creo que me gustó mucho esa política, me enrolé en el partido, y a los tres meses hice mi carta para [incorporarme a la fuerza] principal, definiéndome para toda mi vida en la revolución. Así me incorporé en el PCP.58 
La otra razón aducida para incorporarse como militante a las filas de Sendero es la existencia de un orden social injusto que priva a los pobres, y en especial a los campesinos, del ejercicio de los derechos más elementales:

Empecé con SL porque realmente había mucho, mucho injusticia, mucha delincuencia. […] En las comunidades hay el juez, el teniente gobernador, ellos son los que hacen justicia. ¿Qué pasa? Ellos, eso es indignante, ¿qué pasa? Para que te hagan justicia tenías que llevar un cabrito, un carnero o un cuy para que te hagan justicia. Entonces pues, la misma necesidad, yo pienso, pues, ha hecho levantarse al pueblo en armas. Porque tratamos por la injusticia de que, si no tienes plata, por decir, en este aspecto si yo no tengo plata no me voy libre, tengo que cumplir mi pena. Entonces, pues, eso es injusticia.59

Otro atractivo de Sendero para la juventud incide en la fascinación del poder: “Sendero convence a los jóvenes con el discurso de que ellos van a reinar y a llegar al poder, y los pobres y ricos van a ser iguales. Pero el discurso de igualdad resultaba contradictorio, ya que los líderes de SL eran los primeros que se servían los mejores platos de comida, se quedaban con los mejores animales, los mejores bienes que arrasaban de los comercios”.60

En la región amazónica, se enuncia recurrentemente otra explicación al éxito de Sendero entre los jóvenes: el amor por la aventura. Posiblemente en este caso la experiencia cotidiana de la violencia, producto de la presencia del narcotráfico, haga aparecer como atractiva la violencia política: “¡No, no! Se iban con Sendero por diversión, nada más. Como te digo ¿quién no quería vestirse con arma, bien a las granadas, a la Instalaza [lanzacohetes]? Ésa era la diversión de la juventud”.61 La aventura, sobre todo entre quienes viven en la miseria y tienen pocas opciones, puede ir acompañada de la perspectiva de mejorar de situación social, de ejercer un poder al que de otra manera no tendrían la menor posibilidad de acceder:

Más que todo ha habido jóvenes que se engañan, “vamos en ‘mancha’ [grupo, patota], vamos al ejército”; cinco, seis agarran y se mandan al ejército, ¿no? Así había en la guerrilla, cuando yo estaba adentro la gente se daba cuenta que los demás venían por comer bien, en los momentos que comías bien y dormías bien era en los momentos del boom del narcotráfico, cuando había. Pero cuando ya el narcotráfico se fue acabando, yo no he andado con mi olla, pero por referencia de unos que conozco le vio un día que andaban con olla andaban con comida fría ya. Más antes se comía comida caliente, ése se recorría de todos los pueblos entraba, salía uno se quedaba para toda su vida otros se quedaban por ocho meses, un año, su compromiso.62 
La creciente sensación de ausencia del estado en la zona de emergencia y el asesinato de varios funcionarios públicos en Ayacucho precipitaron la decisión del gobierno de confiar la lucha antisubversiva a las Fuerzas Armadas. Éstas asumieron el control interno de Ayacucho hasta entonces sólo bajo la responsabilidad de la policía. El 27 de diciembre 1982 Belaúnde dio un ultimátum a los terroristas “para que entreguen las armas” antes de que las Fuerzas Armadas tomaran el control de la zona de emergencia. Sendero respondió con atentados en los departamentos de Ayacucho y Huancavelica. Se inició el desplazamiento de pobladores ayacuchanos que huían de la violencia. La Universidad de Huamanga empezaba a quedarse sin alumnos, pues los padres de familia no querían que sus hijos asistieran por miedo a que fueran víctimas de Sendero o los militares. El 31 de diciembre dos mil soldados tomaron posesión de las provincias en emergencia, empezando por las zonas rurales. Comenzaba la etapa más sangrienta de la guerra interna.

Sendero había logrado sobrevivir a la fase crítica de la represión. Representaba una importante victoria porque, en general, las fuerzas insurgentes son particularmente vulnerables durante la primera fase de sus acciones, debido a lo localizado de su presencia, la falta de experiencia militar, la escasez de cuadros calificados, recursos y armamento. El tiempo ganado antes del ingreso de las Fuerzas Armadas a Ayacucho, desde mayo de 1980 a enero de 1983, fue vital para que Sendero superara estas limitaciones.



II

El ingreso de las Fuerzas Armadas a Ayacucho cambió radicalmente el escenario en que se iba desenvolviendo la guerra. Guzmán caracterizó a la nueva etapa que se abría, la del enfrentamiento entre Fuerzas Armadas y SL, como la de los “restablecimientos” y “contrarrestablecimientos”:

Cuando ingresó la fuerza armada, tuvimos que desarrollar una dura lucha: ellos aplicaron el “restablecimiento” del viejo poder, nosotros aplicamos el “contrarrestablecimiento” para volver a levantar el nuevo poder. Se produjo un genocidio altamente cruento e inmisericorde; hemos peleado ardorosamente. La reacción y las Fuerzas Armadas en concreto, creyeron que el ochenta y cuatro [1984] ya nos habían derrotado. […] Pero el resultado, ¿cuál ha sido? que los comités populares y las bases de apoyo se multiplicaron, eso nos ha llevado posteriormente ya a desarrollar las bases. Eso es en lo que estamos hoy.63 
Para Guzmán la estrategia de “restablecimientos” desarrollada por los militares era “utilizar masas contra masas”.

Primero utilizó [la fuerza armada] contingentes previamente preparados, escogidos entre licenciados y campesinos ligados al gamonalismo y abigeato […] sobre esta base de agentes, infiltrados, espías y soplones y con la ayuda de autoridades, gamonales y gamonalillos, más sus lacayos, formó mesnadas que bajo mando militar y en acciones combinadas con las fuerzas policiales y armadas […] desataron el terror blanco en el campo asesinando militantes, combatientes, dirigentes de masas y campesinos […] a más de robos, violaciones, torturas, saqueos, incendios y matanzas. Aplicaron así la siniestra política de robar todo, quemar todo y matar a todos.64
Las masas, según él, apoyaban a las fuerzas represivas y atacaban a los cuadros senderistas. Eran obligadas a hacerlo a través de la violencia abierta que usaban contra ellas los militares:

Por el terror blanco y bajo amenaza de muerte sometieron a parte de las masas. De esta manera surgieron masas presionadas bajo control inmediato de las mesnadas obligadas a apoyar la guerra contrarrevolucionaria: montando vigilancia, deteniendo y asesinando guerrilleros, integrando operativos de arrasamiento contra comunidades o pueblos vecinos y hasta distantes, participando en operaciones de búsqueda y persecución de guerrillas.65 
En el análisis de Guzmán no cabía el hecho que los campesinos pudieran actuar contra Sendero por cuenta propia. Si acaso se levantaban debería atribuirse a la influencia de los militares y los agentes del podrido orden feudal. Parte de este esquema contrarrevolucionario era la creación de centros poblacionales constituidos bajo el control militar, donde era posible encuadrar a las masas y organizarlas militarmente para utilizarlas como carne de cañón: “Masas presionadas que después fueron agrupadas con las de zonas aledañas para formar nucleamientos bajo directo mando militar, donde a más de impedirles transitar libremente […] se las somete a militarización organizadas en ‘rondas’ y ‘comités de defensa’”.66

El trabajo campesino de SL en el campo ayacuchano, como se ha visto, se había iniciado tiempo antes de que empezaran las acciones armadas y en su desarrollo jugaron un papel fundamental el control que SL ejercía sobre la Universidad San Cristóbal de Huamanga y su trabajo entre los maestros. El asentamiento de SL en el campo siguió vías muy diversas que dependieron de varios factores: la antigüedad de su trabajo político en la región, la existencia o no de colegios desde los cuales irradiar su ideología, la presencia de otras organizaciones políticas, la naturaleza de los conflictos sociales existentes, los contactos de SL con las comunidades generalmente a través de estudiantes o egresados de la Universidad San Cristóbal con familiares en las comunidades.

El Frente Principal comprendía los departamentos de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac. En él la Universidad San Cristóbal de Huamanga tenía un papel gravitante: el trabajo político realizado allí por Sendero fue determinante, tanto para reclutar nuevos militantes cuanto para proveer recursos humanos, docentes y estudiantiles, para hacer trabajo proselitista en el campo. Junto con los maestros locales trabajaban jóvenes estudiantes a quienes los comuneros llamaban “visitantes”. Estos provenían de diversos lugares y su presencia en la comunidad era aceptada, ya que eran presentados como parientes de familias de la localidad. Generalmente se trataba de familias cuyos hijos estudiaban en la UNSCH, donde Sendero los había captado. Los consideraban estudiantes universitarios –aunque no necesariamente lo eran– por su manera de expresarse y por su prédica en contra de la desigualdad social y las injusticias que sufrían los campesinos. Los lazos de confianza anudados de esta manera llevaron, en algunos casos, a relaciones sentimentales. Los estudiantes de la comunidad y los maestros, allí donde había colegios, abrían la vía a través de la cual los visitantes podían llegar a los comuneros, apelando a la solidaridad que se presta a aquellos que proceden del mismo medio social:

Venían diciendo: “Nosotros somos pobres, compañeros, trabajamos en nuestras chacras. En Lima y en otros países, las personas son millonarias, tienen haciendas, por eso nosotros nos hemos levantado, estamos en lucha, hemos visitado ya varios pueblos. […] Nosotros hemos venido por los pueblos, estamos dejando nuestra sangre, estamos muriendo, pero eso lo hacemos por ustedes”. Así diciendo han venido, nosotros escuchábamos calladitos.67 
El discurso senderista, dentro de su evidente maniqueísmo, apelaba a temas que podían movilizar la solidaridad campesina: ellos, los senderistas, estaban dispuestos a entregar su sangre por defender a los campesinos que trabajaban sus propias chacras, en contra de los habitantes de Lima presentados todos como millonarios y hacendados, expoliadores de los campesinos. Hay que recordar que desde la década del setenta se desarrolló entre los campesinos una conciencia de derechos expresada principalmente en expectativas de mejora social, las cuales habían sido alimentadas por el discurso antioligárquico y antiterrateniente del gobierno militar al ejecutar la reforma agraria. Pero el proyecto militar tuvo más éxito alimentando expectativas que consiguiendo cambios fundamentales en la condición social del campesinado. La frustración resultante alimentó un fuerte resentimiento contra el estado y la sociedad nacional debido a la falta de atención y el abandono en que tenían al campesinado: “[Los senderistas] decían: ‘¿El gobierno qué hace por ustedes? ¡Vamos a levantarnos para reclamar nuestros derechos!’. Entonces eso ha sido la debilidad para la aceptación”.68 En los departamentos de Víctor Fajardo y La Mar, por otra parte, seguía vivo el recuerdo de la guerrilla del ELN de 1965: “La guerrilla cuando ha venido, mató a los hacendados; entonces cuando llegaron los militares se han escapado […] ¡Igual era pues guerrillero y senderista! Ahora eran senderistas pero más antes eran guerrilleros, ahora le decían Sendero”.69

Inmediatamente los cuadros senderistas empezaron la construcción de las bases de apoyo, encuadrando a la población campesina dentro de estructuras organizativas que debían permitir un creciente control de todas las instancias de la vida social:

Llegaron como senderistas desde Mollebamba, no pudimos reconocerlos porque estaban con pasamontañas. […] Te preguntaban el nombre y te anotaban, luego se fueron. Pero después de esto ya empezaron a reunirnos […] hasta que después nos quedamos con los senderistas y después empezamos a unir nuestros animales para todos y hacíamos todo para todos.70
Los comuneros recuerdan del adoctrinamiento senderista un discurso muy llano y elemental, que apelaba a las expectativas de ascenso social, particularmente de los jóvenes, ofreciendo la incorporación a su proyecto revolucionario como un canal de ascenso social:

Ellos como profesores han seducido, bien palabreado, una cosa fácil: “Tú vas a ser director, tú capitán”. Ésa era la política de Mao, eso pues estarían leyendo […] ¡Qué lindo era todo eso para ellos!71
El cuestionamiento de las nociones de jerarquía tradicionales, que eran remplazadas por un discurso igualitario, tenía igualmente un fuerte atractivo. “Sí, ellos [los jóvenes] estaban contentos con eso ‘compañero’ no más. Nunca señor, ni padrino, nada. ‘¡Compañero!’”.72

Iniciada la guerra, la información que circulaba sobre la presencia de los senderistas provocaba temor y ansiedad, pero el cuidadoso comportamiento de sus militantes les ganó la confianza y simpatía de sectores significativos del campesinado:

Un día llega la gente de la feria de Sacharaccay diciendo que los compañeros venían. […] La misma gente decía que ya estaban en Anco y que son buena gente; y dice que normal agarran las cosas y comparten […] y normal no hacen nada.73
La buena disposición hacia los “compañeros” se vio reforzada gracias a la imagen que proyectaban, de compartir el trabajo y los recursos: “Los primeros años cuando llegaron los terrucos [terroristas], todo estaba bien; ellos se hacían querer, nos ayudaban, comíamos todos juntos”.74 Al mismo tiempo que preparaban las condiciones para el despliegue de la guerra popular, los militantes senderistas no descuidaban el trabajo político con la población. La imagen de SL que se tiene en las ciudades –una organización que se limitaba a imponer sus decisiones sin dar explicaciones y tratar de convencer–, difiere bastante de lo que recuerdan los campesinos de la región de Ayacucho: “De paso entraban a la casa, a hablar, a concientizar a los comuneros. […] ¡Qué bonito hablan pues ellos!”.75

A partir de la intervención de las Fuerzas Armadas, el trabajo político desarrollado en el campo adquirió un cariz que demandaba un mayor grado de compromiso por parte de la población en la cual realizaban los senderistas el proselitismo político. Los potenciales reclutados tenían que ser preparados para un tipo de enfrentamiento militar que iba a ser mucho más duro que todo lo que habían vivido hasta entonces:

Los senderistas en 1983 hacían reuniones en casas abandonadas clandestinas, citaban a los jóvenes para estas reuniones, los jóvenes sabían a qué se metían, a sus padres también les decían que están yendo a una reunión con tal profesor, eran muy pocos los que se oponían, pero otros sí querían estar en esas reuniones.76 
La imaginación de los pobladores de las zonas que no estaban bajo el control de Sendero se encendía con la información de que se solía ver gente recorriendo la zona, movilizándose por las zonas de tránsito, principalmente de noche. Todo esto alimentaba muchos temores con relación a qué podría sobrevenir. Pero, por otra parte, creaba la ilusión de poder ser defendidos de los abusos que sufrían, movilizando en algunos casos oscuros deseos de venganza:

Esta señora Filomena, aprovechando su buena situación económica abusó de nosotros que éramos pobres. Mi madre era viuda y no tenía quien le haga respetar y aprovechando de esa situación nos quitó un terreno grande, inventando papeles […] no podíamos defendernos. Por eso es que en ese tiempo de peligro ya decíamos “maldición, cómo no le matan a esa persona, cómo no nos encontramos con los puriqkuna77 para quejarnos y que los maten”.78 
Que los campesinos aceptaran a SL y su nuevo poder no los hacía militantes del partido. De allí que, cuando la violencia llegó a su medio, muchos padres de familia abandonaran su comunidad buscando proteger a sus familias. El inicio de la guerra contraofensiva militar trajo consigo grandes riesgos para el campesinado. Los mayores no estaban dispuestos a sacrificar sus vidas por la causa del partido como los más jóvenes y particularmente los estudiantes.79 Para afirmar su presencia, los senderistas tuvieron que iniciar una política de amedrentamiento contra quienes no se plegaban a sus posiciones; principalmente las autoridades comunales y los profesores quienes eran los que más se negaban. Recurrieron a las amenazas de muerte, empezaron a asesinarlos y a quemarles sus casas.80 La llegada de las Fuerzas Armadas no mejoró la situación, pues los militares trataban a los pobladores como enemigos:

Solamente venía y malograba: “¡Ustedes han sido terruco [terrorista]!”. ¡Paq! Lo mataba en una. Ni siquiera venía a explicar, no venía, como te puedo decir, a hacernos entender de cómo debería ser, sino venían a malograr, maltratar. Muchas cosas se aprovecharon de ahí los ejércitos, violación, robos, saqueos, hasta los ronderos [integrantes de las rondas contrasubversivas] mismos ya. Después ya cambió poco a poco la ley y ellos tampoco ya no cometieron más error.81
En resumen, la presencia de Sendero en las comunidades representó un trastrocamiento de la situación que se vivía. Para algunos de los que sufrían el orden social tradicional representó una “vuelta de la tortilla”: no la superación de las estructuras de dominación sino su simple inversión:

Aquí en Huambalpa se involucraron completamente tres hermanos apellidados Rojas. Eran pobres, humildes; después se volvieron tiranos. Uno de ellos se llamaba Santiago, el otro Gabriel y el otro no sé cómo se llamaba; los tres han muerto.82
Con el pueblo convertido en base de apoyo, la población estaba obligada a proveer de recursos a la columna senderista, bajo la vigilancia de otros comuneros que se habían enrolado en Sendero. Quienes tenían posibilidades de irse lo hicieron, en muchos casos, con el alto costo de abandonar sus posesiones. “Ante estos abusos muchos se fueron dejando sus vacas, ovejas, tierras y los senderistas aprovecharon con todo eso”.83

Sendero luminoso entró a Sancos, Lucanamarca y Sacsamarca en octubre de 1982. El comando senderista procedió a tomar el control total del pueblo, obligando a todas las autoridades a renunciar bajo amenaza de muerte. Una vez producida la vacancia del poder tradicional proclamaron a las comunidades como Zona Liberada. Allí comenzaría a construirse la “República Popular de Nueva Democracia”: “Toda la gente se quedó callada, sólo ellos dirigían y todos los muchachos ya estaban, especialmente los que estudiaban en Huancasancos”.84 Las autoridades decidieron abandonar sus cargos en forma pacífica. Algunos dirigentes comunales estaban de acuerdo con SL y recibieron con los brazos abiertos a los “compañeros”, como sucedió por ejemplo con los presidentes de las comunidades de Sancos y Sacsamarca. Las milicias senderistas que llegaron después a Sacsamarca fueron recibidas con frazadas, leña y alimentos, especialmente por los jóvenes estudiantes. En las tres comunidades tomaron el local municipal, obligaron a la población a reunirse en asamblea en la plaza y nombraron el comité popular. En adelante, detentaría el poder y el control total sobre la comunidad y sus pobladores.

SL ofrecía un nuevo orden, pero mantenía las viejas estructuras de poder regional. En Sacsamarca vinieron personas foráneas a nombrar a los líderes y a establecer el nuevo orden. Posiblemente debió suceder algo similar en las otras dos comunidades. Cada cierto tiempo llegaban los mandos locales para controlar el accionar de los comités populares. El comando de Sancos tenía preeminencia sobre los de las otras dos comunidades: al reproducirse las relaciones de poder anteriores, esta subordinación impuesta por el Nuevo Poder senderista generaba descontento en los otros comandos y en la gente en general.

A la vez, Sendero fue aceptado porque proponía un nuevo orden, frente al caos que parecía reinar antes de que los senderistas llegaran. En el nuevo orden todos eran “iguales”: “¡Carajo! Esas gentes de plata a barrer las calles, bien ordenaditos. Nada de sacavueltera,85 a esos que eran waqras [cornetas de cuerno, i.e., soplones]; no había eso, a ésos al toque castigo […]. Todo bien limpiecito era pues esas veces”.86

En la memoria de los comuneros queda el castigo a los poderosos que habían cometido abusos, y la aparente abolición de las diferencias entre pobres y ricos. El orden que traía Sendero es simbolizado con la limpieza que debían realizar los viejos señores de la comunidad. La vieja elite de la comunidad era la que había perdido el poder, era cuestionada, castigada, y algunos de sus miembros fueron ejecutados. Sendero identificó a esta elite como el poder terrateniente explotador y abusivo que había que erradicar para “arrasar con la feudalidad”. En cambio, el discurso de Sendero era aceptado por el sector joven y estudiantil de la comunidad a quienes pasaba el poder bajo control senderista.

Que un grupo de jóvenes tuviera el poder e impusiera un nuevo orden chocaba fuertemente con las estructuras andinas tradicionales, donde el poder lo detentan las personas mayores, que tienen el respeto de toda la población, especialmente de las mujeres y los jóvenes. Ahora jóvenes, mujeres y niños emplazaban a los mayores:

El nuevo poder, todo el mundo con temor porque los alumnos decían a uno lo van a matar por defraudar, con las armas uno tiene que obedecer, el pueblo ya no tenía autoridad frente a ellos […] los alumnos eran pues las autoridades. Se han convertido en activistas, trabajadores, bastante lenguaje intervencionista.87
“Su palabra era la ley […] ¡era insoportable!”, afirma otro comunero.88

Para muchas jóvenes, en cambio, Sendero ofrecía un espacio inédito de participación: “Las mujeres siempre hemos sido marginadas, teníamos miedo de opinar… pero SL valoraba a las mujeres. La camarada Carla [militante senderista que controlaba el trabajo de la comunidad] decía ‘las mujeres tenemos que actuar, tenemos nuestras ideas, somos iguales a los varones’”.89 

En realidad las mujeres no fueron incorporadas como cuadros ideológicos importantes dentro del proyecto de SL. Más bien las potencialidades que les reconocieron, como la disciplina, el valor, la persistencia, la capacidad de persuasión, la eficacia y sobre todo la lealtad y consecuencia, reforzaban los roles patriarcales tradicionales.90 Sin embargo, SL dio un rol activo a las mujeres dentro del partido que fue bastante más allá de lo que hicieron las demás organizaciones partidarias. Por primera vez ellas eran respetadas, más aún si estaban armadas, lo que era intolerable para los representantes del poder tradicional. “Chicas, así armadas, me llevaron a la plaza […] sí chicas que no valían la pena, pero como tenían arma teníamos que obedecer, pues. […] ¡Repugnante esta situación!, si tenía arma yo hubiera disparado”.91 Quien así se expresa es uno de los líderes más importantes de la comunidad. La posición de poder de las mujeres armadas no chocaba menos con los varones de la comunidad. Ellos dicen haberse enfrentado a las mujeres haciéndoles comentarios y proposiciones sexuales. Claramente la defensa del dominio masculino frente a las mujeres armadas pasaba por tratar de rebajarlas al rango de objetos sexuales.

Los comités populares estaban integrados por jóvenes de entre 12 y 30 años de edad, adoctrinados bajo el “pensamiento guía” del partido.92 Ellos mantenían el orden y controlaban los movimientos de la población. Fueron captados por un discurso que les ofrecía que tendrían el poder y todos serían iguales. “Ah, llegaban haciéndonos amigos, ya para eso armados vienen así con escopetas […]. Algo que yo no conocía esa fecha de las armas [risas] y otro que palos”.93 Cuando empuñan un arma y ven cómo la gente los obedece y escucha, estos jóvenes, varones y mujeres, empiezan a sentir el enorme poder que les ha conferido el partido. La ilusión de ser siempre escuchados los fascina. Es un factor muy importante para entender su decisión de comprometerse con la revolución, a costa de sus vidas y de sus familias: “Ella me contaba pues: ‘Qué lindo, es lindo agarrar el arma, e irse así’”.94 De allí que si mucha gente participó en Sendero por temor, en general los jóvenes participaron por su propia voluntad, buscando algo de poder y figuración. El compromiso de los estudiantes no fue simplemente el resultado del “engaño” de sus profesores. Los maestros tuvieron un papel importante en su adoctrinamiento pero no los obligaron a participar; actuaron convencidos y en su mayoría por voluntad propia. Esa realidad dista del discurso construido por sus padres, según el cual sus hijos fueron víctimas de un engaño, como tratan de creer o hacerlo creer por temor a ser juzgados.

Cuando SL tomó el poder impuso a los comuneros reportarse obligatoriamente ante el comité popular, que debía mantener el control de la entrada y salida de la comunidad. En Sacsamarca y en Sancos se prohibió la salida de los campesinos a sus chacras y a sus estancias para cumplir sus actividades económicas. En Lucanamarca y Sancos varios prefirieron escapar a la puna –a las alturas–; era más factible que en Sacsamarca, donde el control era mayor por la carretera que atraviesa esta comunidad en dirección de Huancapi, donde existía un puesto policial. Diariamente se realizaban asambleas donde debía darse vivas al Presidente Gonzalo y marchar por la plaza: “Ya esto es del partido: ‘¡A marchar! ¡Viva la lucha armada! ¡Que viva Gonzalo! ¡Que viva Gonzalo!’, hasta el cura… todos los principales: Amadeo Molina, Sócrates Salcedo, Antenor Molina, principales han marchado por la calles”.95 Las arengas debían ser aprendidas y recitadas de memoria y se castigaba a los que no las supieran. Muchas veces en plena asamblea los comuneros tenían que “soplarse” las consignas.

La asistencia a las “escuelas populares” tenía también un carácter obligatorio. Sendero se preocupaba por formar a los futuros líderes, captando a muchos niños a los que fueron formando bajo la ideología del partido y en muchos casos, como Sacsamarca, llevaban fuera de la comunidad para formarlos militarmente. Había también escuelas populares para los jóvenes, para las mujeres y para las personas mayores. El control era total y, aparentemente, irrevocable: “Nos decían: ‘Ustedes sólo se van a escapar cuando se vayan al cielo; aunque se vayan a otra nación van a morir’ nos decían”.96 La vida fue transformada de tal manera que las personas ya no eran dueñas de sus vidas ni tenían capacidad de decisión. La familia desaparecía y el partido era el eje de toda su vida. “‘Estamos en guerra’ decía. Ya no teníamos mamá, familia, ni esposa. ‘Ahora manda el partido, ahora trabajamos para el partido’”.97 Esa transformación de la vida cotidiana en guerra y de las relaciones familiares y de parentesco en relaciones políticas, la entrega de toda su vida a la causa senderista, convenció a muchos jóvenes de la legitimidad de morir por ella y de abandonar su familia.

En los comités populares tres comisarios se repartían tareas específicas. El comisario de producción dirigía los arrasamientos98 y distribuía los bienes y animales saqueados, que era obligatorio recibir:99

Eso también era obligatorio [asistir a la repartición], si nadie iba a recoger carne, ya era marcado. Entonces de miedo íbamos mujeres y varones, también los hijos, todos recibían pero era según, por ejemplo el que tenía menos oveja le daban dos kilos de carne, ya sabían todo eso ellos, a los otros un kilo, medio kilo.100
La razón parece clara; comprometer a todos los comuneros en la violación de la legalidad burguesa, lo cual aseguraría –como sucedió– convertirlos colectivamente en el blanco de las represalias de las fuerzas contrainsurgentes.

El comisario de seguridad debía controlar la entrada y la salida de las personas de la comunidad, así como resguardarla de ataques militares. Organizaba sistemas de vigía nocturnos en los cerros, que debían avisar sobre la entrada de cualquier camión, carro o convoy policial. La asistencia a las vigías era obligatoria y debían participar hombres y mujeres, sin distinción. Finalmente, un comisario de organización se encargaba de la creación y control de las organizaciones populares de mujeres, jóvenes y niños. Éstas eran formadas a través de escuelas populares. La organización de mujeres era la encargada de la preparación de las pailas comunales, a las que todos debían asistir para recibir su ración. Los comuneros de condición humilde estaban contentos de “comer igual que los ricos”. Pero esto generaba malestar entre los comuneros, que sentían que no podían escoger libremente lo que querían comer, y resentían andar recibiendo alimentos, “como si fueran mendigos”.

El nuevo poder que implantó SL se organizaba militarmente en tres niveles: Fuerza Principal, Fuerza Local y Fuerza de Base. La Fuerza de Base estaba conformada por la “masa”, abocada a la producción de alimentos, y la Fuerza Local, por los militantes jóvenes que controlaban la comunidad. La Fuerza Principal estaba constituida por los integrantes del Ejército Guerrillero Popular (EGP) que se movían en columnas a lo largo de un amplio territorio. Además de producir alimentos, la Fuerza de Base debía prepararse militarmente para participar en acciones armadas.

Para Abimael Guzmán, los comités populares cristalizaban la promesa de transferir el poder a las masas. Así lo explica Osmán Morote, uno de los líderes fundadores de Sendero:

¿Qué representa el comité popular? El poder de la masa, y bien nos dijo en alguna ocasión el Presidente Gonzalo: “Si estamos entregando poder al pueblo, nos tenemos que sujetar también nosotros a ese poder, no podemos obrar como nos dé la gana en el campo”, y me alegro de que eso hubiera ocurrido, porque en algunos lugares como en el Pampas cuando alguien de las fuerzas del Ejército Guerrillero Popular se portó mal, el comité popular tomó medidas, y cuando se planteó al propio Presidente Gonzalo y se nos comunicó, nos dijo: “Tienen derecho a ejercer ese poder y si no han respetado a la masa tiene que agachar la cabeza ante ello”.101
Para Osmán Morote el respeto a las masas se plasmaba en la existencia de un código de conducta y normas disciplinarias que los miembros del partido y del EGP debían acatar para que no se cometieran abusos contra la población. Ya en detención, explica:

No se toca ni una aguja ni un hilo de las masas, no se les malogra sus chacras. No se comete abuso con las mujeres. Eso es sancionado y luego no se tortura a los prisioneros. Si en algún momento ha habido un hecho de tortura o de un acto que si lo ha habido, inmediatamente lo hemos advertido y corregido.102
Según Morote, los militantes de SL se limitaban a ejecutar las decisiones que tomaban las masas, incluso en los “juicios populares” en los cuales se decidía la ejecución de miembros de la comunidad:

Previamente ha habido una reunión con las masas de tal manera de que la propia población del lugar o la inmensa mayoría de ellos han planteado una decisión de ese tipo. Luego nosotros hemos asumido como responsabilidad […] hemos estado en guerra y así como el estado pretendía aplicar una política, una justicia, nosotros estábamos desarrollando y creando un nuevo estado. Lo que en todo caso habría que juzgar es si se ajustaba o no a las demandas, a las exigencias de la propia población. Nosotros nos hemos planteado el problema de que en los casos en los cuales se afectara seriamente al interés de las masas, había incluso que llegar hasta la sanción de esas personas.103 
Bien posterior a los hechos, la versión de Morote constituye una visión idealizada de lo que fue la guerra, particularmente luego de que empezaran las incursiones de las Fuerzas Armadas en las zonas liberadas. La percepción del campesinado es diferente. Cuando se producía una incursión del Ejército, SL encomendaba a campesinos de la comunidad –generalmente mujeres– vigilar quiénes hablaban con los militares. Los denunciados eran acusados de soplones ante los mandos de SL, que a su vez tenían la responsabilidad de informar a un mando de la Fuerza Principal. Este mando venía de afuera, reunía a los comuneros en una asamblea para comunicarles públicamente la presencia de un soplón, “consultando” luego qué castigo debía de dársele:

Cuando venía esa gente de afuera, él daba cuenta y los otros decían: “A ver, ¿qué ha pasado? ¿Cómo están?”. Y la gente decía: “Esto pasó, esto fue así, esto fue asá”. Y los que venían preguntaban: “¿Y qué dicen?”. Entonces respondían: “¡Hay que ejecutarlo!”. O sea la misma gente del pueblo vendía a sus compañeros de barrio.104 
En muchas ocasiones la decisión de ejecutar a alguien estaba provocada por ese fenómeno de psicología de masas que lleva a la gente a optar por algo o realizar acciones que ni siquiera se plantearía si estuviera actuando individualmente. Ayudaba también a llegar a ese resultado la ingestión de alcohol o, peor aún, servía para saldar viejas deudas, aprovechando la situación. No es raro encontrar miembros de un mismo núcleo familiar que –víctimas de celos, rencor y envidia– se acusaran mutuamente ante SL y ante los militares.105

La complejidad de las motivaciones que operan tras la decisión de ejecutar a una persona se pone en evidencia en el caso del asesinato de Benigno Medina, propietario de la hacienda Ayzarca asesinado el 24 de diciembre de 1981, quien fuera la primera víctima de la violencia política. Para la década del setenta Cangallo y Víctor Fajardo era un territorio de comunidades campesinas con una frágil y precaria economía, salpicado con unos cuantos fondos y cooperativas en quiebra. Ayzarca distaba de ser un gran latifundio, pero por razones políticas Sendero necesitaba ajusticiar “terratenientes”. Los campesinos recuerdan a Medina como una persona generosa, un “gran amigo”; “teníamos una relación armoniosa, respetuosa”; “bien humano, bien cristiano, comprensivo, colaborador”; “un señor que nos dio la mano en el momento más necesitado”. En Pujas, existe una calle con su nombre: Avenida Benigno Medina, “porque se la merece”. Sin embargo, la población femenina tiene amargos recuerdos de los abusos sexuales cometidos por Medina con el consentimiento de los varones. “Tenía la costumbre de acostarse con mujeres que eran sus propias clientas. […] Los esposos de las mujeres sabían lo sucedido con Medina, pero la cantidad de alcohol que recibían, un poco más de lo normal, hacía que no se rindieran más cuentas. Los hombres cambiaban a sus mujeres por trago”.

Si se pregunta hoy sobre los hechos ocurridos en Pujas, la mayoría de los campesinos varones parece confirmar esta versión al alegar que actuaron “engañados” o dopados con licor, drogas o pastillas. Unos acusan a los foráneos –miembros de las comunidades vecinas– del crimen, otros responsabilizan a SL: “Valiéndose de las armas obligaron a la comunidad contra su voluntad. […] Los senderistas eran personas anormales en estado de drogadicción”. Son pocos quienes reivindican su acción como motivada por el deseo de vengar el asesinato de tres campesinos de Pujas. Se destaca finalmente de estos testimonios la ambivalencia del apoyo popular así conseguido por Sendero: “Ante la muerte de Medina mucha gente reaccionó favorablemente, decían allinta ruachun [bien hecho]; mientras otros decían qué pena, por qué lo habrán matado si no era malo”.

Si los comuneros no asistían a las reparticiones, reuniones y asambleas que realizaban las distintas organizaciones de SL, eran sancionados. La magnitud de los castigos dependía de la naturaleza de la falta y de la reincidencia en ella. Al que por primera vez faltaba a una asamblea se le daba un aviso, a la segunda falta se le castigaba físicamente en una asamblea pública. La organización de seguridad iba registrando las faltas cometidas por cada comunero, anotándolas en un cuaderno que luego llamaron “lista negra”. La escala de los castigos iba de amonestación, corte de cabello y otros castigos físicos a la ejecución. Si a pesar de habérsele advertido y castigado, una persona reincidía en sus faltas sería ejecutada en la plaza pública, luego de un juicio popular.

La ejecución, que correspondía a las faltas más graves contra el partido, como la traición, era muy cuestionada por los comuneros, como lo ilustra lo ocurrido en la comunidad de Huancasancos, declarada zona liberada en octubre de 1982. Los juicios populares se iniciaron apenas un mes después: en Sancos en noviembre, en Sacsamarca en enero de 1983 y en Lucanamarca en febrero del mismo año. Los juicios populares que desembocaron en ejecuciones no fueron los únicos asesinatos que cometieron los Comités Populares, sin embargo son los que más impactaron y los que más recuerdan los comuneros porque se desarrollaron públicamente. En los tres juicios se acusó a los sentenciados de abusivos y explotadores, añadiéndose en el juicio de Sancos la acusación de mujeriego contra la víctima. Las ejecuciones se realizaron con un tiro en la sien en los tres casos. Estas primeras ejecuciones públicas provocaron terror. Muchos comuneros consideraban que los ejecutados eran culpables de los cargos que se les habían imputado pero no concebían la muerte como castigo. Empezaron a desconfiar de las razones por las cuales se procedió de esa manera y se generó así una psicosis grupal, pues todos temían estar en la “lista negra”. Muchos decidieron escaparse hacia las alturas, mientras que quienes contaban con mayores recursos económicos se fueron a las ciudades de la costa o a Huamanga.

La vida cotidiana incluía la realización de actividades festivas, que por una parte eran una manera de reafirmar que existía un nuevo orden, que incluía todos los ámbitos de la vida social, y, por la otra, eran un medio de desarrollar el trabajo de formación y propaganda:

Ese año se realizaban festividades que duraban alrededor de tres días. […] Entre los mandos se organizaban; cada comité llevaba alrededor de diez números (sketchs, canciones, etc.) alusivos a la guerra popular. Un día eran los números, otro era el campeonato deportivo. Al mediodía hacían un almuerzo; conocías gente de los otros comités, ahí ibas conociendo más. Otras veces se organizaban nueve comités, y ahí venían hasta del ejército [senderista]; todo para darle ánimo a la gente, para demostrarle que el partido no era sólo guerra. Escuchaban todo tipo de música; incluso en las festividades, fomentaban mucho el deporte. Incluso había premios a las mejores canciones. Una vez ganó una serenata alusiva al Presidente Gonzalo, era bien bonita.106 
Periódicamente los dirigentes de la base debían ausentarse para ir a reuniones con instancias superiores del partido:

Cada tres meses llegaban informes del partido. Los cinco miembros [de la dirección] de la base decían que iban a salir a una reunión del partido y designaban a las personas que les seguían. No decían dónde iba a realizarse el contacto. [Allí], intercambiaban información, el partido les decía cómo iba la guerra, y ellos informaban cómo andaba el comité, minuciosamente. Llevaban cuadernos y tenían que escribir todo. Por eso iban los cinco secretarios, para dar un informe completo. Cuando regresan, después de cinco o seis días, primero hacen una reunión con el partido de la base: los mandos militares, los que representan organismos, los que hacen escuelas populares, los premilitantes y los que están con el partido. Después hacen una reunión con toda la masa, y van dando el informe, siempre combatiendo ideas.107 
Para quienes estaban comprometidos, el partido no era pues una entelequia. Se sentían parte de un proyecto común, que los involucraba estrechamente, que estaba atento a su desempeño, que juzgaba, evaluaba y decidía correctivos –cuando se cometían errores–, y que valoraba sus esfuerzos.

Se empezaron entonces a formar patrullas. Aunque muy precariamente armadas, su misión principal era tomar por asalto a los pueblos para declararlos zonas liberadas, como sucedió en Accomarca:

En la plaza nos reunió. Estaban todos armados. No recordamos la fecha. Estaban encapuchados. Los niños temblaban de miedo así como las mujeres. Nos decían [que] si no asistíamos que nos matarían con hacha, cuchillo. Así rodearon la plaza y hablaban que al entrar al comunismo vamos a estar alimentados por igual. Comeremos de una sola olla. Nos vestiremos con una sola ropa. El gobierno no nos recuerda. Nos está dando comida de perro, del chancho. A este pueblo haremos formar e iremos adelante. Subiendo al cedro empezó a predicar. Después de hacer entender a la gente, empezaron a nombrar a la gente. Ya al irse nos avisaron que no nos teníamos que mover a ninguna parte.108
No todos los integrantes participaban por su propia voluntad:

Había personas que se resistían a pertenecer a las patrullas, pero Sendero empezó a obligar. Las armas que portaban las patrullas fueron bombas fabricadas de lata y pólvora, cuchillos, lanzas. Estas patrullas al regresar traían dinero, ropa, repartiéndose sólo entre los que habían salido.109
Estas salidas eran una prueba muy dura para los comuneros:

Cuando salían en las patrullas, la gente sufría en frío, hambre, y el temor de ser sorprendidos por el Ejército [no tenían suficiente armamento para defenderse]. Cuando llegaban a la comunidad contaban a sus parientes del sufrimiento y del riesgo que corrían. Ya en la comunidad, los jóvenes eran atendidos de las heridas que habían sufrido y de otros males que aquejaban [bronquios] en esas filas. Sólo dos chicas participaron; éstas tenían como armamento tan sólo las bombas caseras.110
Una de las acciones más importantes de SL era el arrasamiento de ganado y bienes, tanto de particulares como de propiedad de la comunidad. En Huancasancos se arrasó los animales y los bienes de las familias más ricas de la comunidad, con una finalidad pedagógica, en tanto esa elite era señalada como gamonal. En general el pueblo aprobaba los arrasamientos de ganado de las familias más poderosas: aparte de legitimar el discurso de la igualdad, constituía el castigo a quienes habían hecho fortuna a costa de los comuneros pobres. El ganado expropiado a estas personas fue repartido entre los comuneros. En un arrasamiento en Sancos los senderistas ocuparon ocho estancias de un notable, tomaron mil ochocientos ovinos, ochenta vacunos y ciento veinte alpacas. Los animales fueron repartidos entre los comuneros de Huancasancos, Lucanamarca, Carapo, Sacsamarca, Manchiri y Porta Cruz, entre otros. Saquearon, además, dos tiendas que, según el afectado, “había logrado a fuerza del trabajo y el sudor de [su] frente”.111 Este notable había acusado a sus pastores de haberse confabulado con SL para robarle, lo que llevó a uno de ellos a la cárcel: “Mi padre trabajaba con Antenor Molina y él lo acusó de haber robado su ganado para Sendero. […] De ahí lo ha metido a la cárcel, mi mamá murió y perdimos todo, yo andaba por la puna con mis hermanitos”.112

El arrasamiento de ganado de la Granja Comunal de Caracha, en Sancos, en diciembre de 1982, tuvo repercusiones a nivel regional:

Llegamos a Huancasancos y el dirigente máximo dijo: “Hay una tarea que cumplir”. […] Tres días caminando en fila hasta Caracha. […] Ahí todos cantaban, no sabíamos cómo cantar ni cómo aplaudir. […] Empezaron a decir “tenemos más poder que ellos”. Se empezó a repartir. De todos los sitios había venido la gente: de Cangallo, Huancapi, Hualla, todos los interiores, gente [en] cantidad y pobres. [Es así como] en Huancasancos repartieron.113 
Las comunidades aludidas están situadas en la zona baja del Pampas. Que se regalara animales en pie y carne de la granja comunal generó malestar entre los comuneros de Sancos, porque repartieron su ganado a gente a la que no le pertenecía. Fueron saqueados también locales comerciales y tiendas comunales, repartiéndose los bienes a los comuneros en la plaza. Se realizaron acciones similares en Lucanamarca, donde se expropió el ganado de Marciano Huancahuari antes de ejecutarlo. Huancahuari era una de las personas más poderosas de la comunidad, a quien se acusaba de ser abusivo con sus pastores y con los comuneros. En Lucanamarca, pero también en Sacsamarca, la tienda comunal fue igualmente saqueada y se repartieron los bienes. Debido a su ubicación en una ruta de comercio importante, como se ha mencionado, Sacsamarca sufrió particularmente los saqueos a las tiendas comerciales y a los carros que traían productos desde la costa. Desde diciembre de 1982 se interrumpió la carretera con trancas y sólo se permitió el ingreso de ciertos camiones que pagaban cupos. Uno de los camiones, según cuentan, traía armas camufladas en su mercadería, para los senderistas.

El nuevo estado que Sendero prometía debía construirse sobre una realidad cultural y política compleja. Si en un primer momento la presencia de SL había introducido cierto orden y justicia para los campesinos, acabó convirtiendo a la comunidad en un escenario donde se desbordaron los conflictos internos y familiares existentes por la propia dinámica de la violencia política. Los microconflictos de carácter local terminaron rebasando la dinámica de la guerra revolucionaria que SL se proponía desplegar contra el estado. Estos conflictos fueron agudizándose entre otras cosas porque los mandos del Comité Popular violaban los principios que ellos mismos proclamaban como obligatorios para la masa. “Los senderistas confiscaban cajas de cerveza, la mejor comida y comían de los mejores productos con los cuales dicen que hacían grandes festines”.114 Por otro lado, la interrupción de la vida cotidiana del campesinado por la obligación de asistir a asambleas, el control sobre sus movimientos, los ataques a la economía campesina, terminaron provocando un malestar general. Se estaba atacando su economía, sus medios de subsistencia. Si no cuidaban su ganado y se lo robaban ¿de qué iban a vivir? El discurso de igualdad y de justicia no respondía a los problemas concretos que los campesinos debían enfrentar cada día…115 “Todo el pueblo había acordado, es que ya no era una vida normal, ya no consentía que fuéramos a las estancias. Todo era prohibido. En cambio, ellos en las casas hacían sus fiestas, también habían hecho sus vigías y por los cerros nos cuidaban. Entonces el pueblo se ha rebelado”.116

A esto se sumó el creciente resentimiento de las antiguas autoridades por las ejecuciones de algunos de sus miembros, como lo cuenta el hijo de uno de los ganadores más importantes de Sancos, actual contador de la Municipalidad de Huancasancos:

Muerto mi padre desaparecieron las autoridades. Todo el mundo se fue ahí y Sendero organiza sus pelotones, sus destacamentos, organiza a la gente por manzanas, en cada manzana un responsable. Pero su talón de Aquiles de Sendero es haber obligado a la gente, o sea la gente iba por miedo, porque si no hacían lo que quería [SL] te cortaban la oreja, le cortaban el cabello a una dama, o quien se oponía pues, porque era un reaccionario y debe morir. Entonces a qué se estaba arrastrando a la gente, no era una cuestión consciente, no hubo un apoyo conciente, sino un apoyo obligado.117
Con el transcurrir de los meses, el malestar sentido por la vieja elite local empezó a extenderse a los demás grupos de la comunidad, cuestionándose la legitimidad del nuevo estado: “Al inicio sí, de buena manera, nos hablaba todavía, después ya no hablaban, de noche se venían, se llevaban los ganados, entraban pedían comida y se iban”.118

Sendero estaba perdiendo la legitimidad con que contaba inicialmente entre la población local. La rebelión en su contra no tardaría en estallar.



NOTAS

1. El archivo de la CVR contiene una colección bastante completa de los documentos de Sendero Luminoso. Puede revisarse también la antología publicada por Luis Arce Borja, comp. Guerra popular en el Perú: El pensamiento Gonzalo. Bruselas: Luis Arce Borja, 1989, 2 tomos. (Nota del E. Arce Borja es un periodista senderista basado en Bruselas, www.eldiariointernacional.com.)

2. Recordemos que en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), celebrado en 1956, Nikita Jruschev denunció los crímenes de Stalin y levantó como nueva estrategia internacional la transición pacífica al socialismo y la política de coexistencia pacífica y competencia entre los sistemas capitalista y socialista. Esta decisión no fue bien recibida por la dirección del Partido Comunista Chino. Mao Zedong, el máximo líder de la China Popular, criticó el abandono de la política de promoción de la lucha armada en los países del Tercer Mundo por parte de la Unión Soviética –una política que en los hechos había sido abandonada décadas antes por Stalin, pero que se mantenía ritualmente como un punto programático– como una traición al marxismo y a la revolución. Las tensiones entre China y la Unión Soviética fueron agudizándose y en 1963 terminaron en una ruptura que escindió el movimiento comunista mundial. Mao Zedong acusó a la dirección del PCUS (“la camarilla revisionista”) de restaurar el capitalismo en la Unión Soviética.

3. Abimael Guzmán. Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao.

4. PCP. “Retomemos a Mariátegui y Reconstituyamos su Partido”, 1975.

5. “Finalmente, el VI Pleno del Comité Central del PCP bajo la divisa de ‘retomar plenamente el camino de Mariátegui para desarrollar el trabajo de masas tomando como centro el partido’ sancionó, oficialmente, el ‘Retomar el camino de Mariátegui’ como la cuestión decisiva de la reconstitución, en síntesis como la línea política general en torno a cuya aplicación y desarrollo debemos cumplir la reconstitución del Partido de Mariátegui”. PCP, “Retomemos a Mariátegui y Reconstituyamos su Partido”, 1975.

6. PCP, “Retomemos a Mariátegui y Reconstituyamos su Partido”, 1975.

7. PCP, “Retomemos a Mariátegui y Reconstituyamos su Partido”, 1975.

8. PCP, “Retomemos a Mariátegui y Reconstituyamos su Partido”, 1975.

9. Abimael Guzmán sostiene que no hay ningún documento oficial de SL que hable de la “Cuarta Espada del Marxismo” (Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao). Esto es probable, pero es un hecho que este calificativo circulaba ampliamente entre sus seguidores y no hay ninguna evidencia de que fuera combatido, como no fue combatida ninguna forma del culto a la personalidad que se construyó en torno al Puka Inti (“Sol Rojo”, en quechua). Cuando en la entrevista periodística que diera en julio de 1988 le preguntaron acerca del culto a la personalidad, respondió: “El problema del culto a la personalidad es una posición revisionista. Ya Lenin nos advirtió contra el problema de la negación de los jefes, así como destacó la necesidad de que la clase, el partido, la revolución promuevan a sus propios dirigentes, más dirigentes a jefes y a Jefatura […] jefes y Jefatura los entendemos como reconocimiento de autoridad partidaria y revolucionaria, adquirida y probada en larga brega, de quienes en la teoría y la práctica demuestran que son capaces de encabezarnos y guiarnos hacia el avance y la victoria en la consecución de nuestros ideales de clase”. Abimael Guzmán. “Presidente Gonzalo rompe el silencio. Entrevista en la clandestinidad”. El Diario. Lima: 24 de julio de 1988.

10. “Para nosotros la ideología del proletariado […] es la única ideología todopoderosa porque es verdadera y los hechos históricos lo están demostrando”. Abimael Guzmán, “Presidente Gonzalo rompe el silencio. Entrevista en la clandestinidad”. El Diario. Lima: 24 de julio de 1988.

11. Nelson Manrique. “La caída de la Cuarta Espada y los senderos que se bifurcan”. Lima, 2002.

12. Para Guzmán, las limitaciones fundamentales de estas experiencias guerrilleras derivaban de que, al no estar guiadas por el PCP no podían tener una dirección correcta: “Ligada a la gran movilización campesina de mediados de los años sesenta está la lucha guerrillera del MIR y del ELN, pero no siguiendo la concepción del proletariado sobre la guerra popular ni estando bien ligada al campesinado fue aplastada aunque esas acciones guerrilleras hayan dejado grandes experiencias para nuestro pueblo”. “Desarrollemos la creciente protesta popular”. PCP.

13. “América Latina: Guerra Popular. Grandes Victorias, Brillante Perspectiva” 1970.

14. “América Latina: Guerra Popular. Grandes Victorias, Brillante Perspectiva” 1970. Fidel Castro era caracterizado por los maoístas peruanos como un agente del socialimperialismo ruso, el enemigo principal contra el que enfilaba sus baterías el maoísmo.

15. La expropiación de la International Petroleum Company puso a los dos gobiernos al borde de la ruptura, cuando los Estados Unidos amenazó con aplicar al Perú la enmienda Hickenlooper, un dispositivo legal que preveía sanciones para los gobiernos que se atrevieran a afectar intereses de las empresas norteamericanas sin una compensación que éstas juzgaran adecuada. No se llegó a la ruptura, pero hubo un fuerte enfriamiento de las relaciones diplomáticas, que se acentuó cuando Velasco Alvarado entabló relaciones con los países socialistas, algo que ningún gobierno anterior había hecho, e incorporó al Perú al movimiento de los no-alineados.

16. La posición norteamericana de condicionar la asistencia militar y la provisión de equipos bélicos al Perú fue contestada por los militares peruanos con el cambio de proveedores, comprando aviones Mirage a Francia, primero, y reequipando completamente a las Fuerzas Armadas peruanas con armamento soviético, después.

17. “América Latina: Guerra Popular. Grandes Victorias, Brillante Perspectiva” 1970.

18. “PCP. Bases de discusión: El partido, el ejército y el frente único”. El Diario. Lima: 7 de enero de 1988.

19. Lenin y Mao consideraban que, una vez derrocada la burguesía y tomado el poder, las contradicciones que oponían al proletariado con sus aliados eran solucionables por medios pacíficos, puesto que las contradicciones que los separaban no eran antagónicas.

20. “PCP. Bases de discusión: El pensamiento Gonzalo y la línea internacional del PCP”. El Diario. Lima: 3 de enero de 1988. En las conversaciones sostenidas con Abimael Guzmán en el Penal de la Base Naval del Callao se le preguntó qué creía que habría sucedido si él hubiera muerto al comienzo de la guerra senderista y hubiera quedado un partido militarizado sin su dirección. Quedó sorprendido, pues era evidente que no había pensado en tal posibilidad.

21. Abimael Guzmán. Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao.

22BD-CVR. Informe de la uncp, p. 26.

23. Abimael Guzmán. No basta tener la razón. Documento para la historia de la universidad peruana. Lima y Ayacucho: Editorial Pedagógica Ascensios, 1975.

24. BD-CVR.


25. Ernestina Canchari, miembro de Socorro Popular de Ayacucho. Entrevista en el Penal de Santa Mónica.

26. Abimael Guzmán. Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao.

27. Abimael Guzmán insiste mucho en que siempre se advirtió antes de proceder a los castigos, pero esto no siempre fue así. (Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao).

28. BD-CVR. Informe de la UNCP, p. 25.

29. CVR. Informe Benedicto Jiménez, p. 56. En esta reunión Abimael Guzmán cambió el seudónimo de “Álvaro”, que hasta entonces usaba, por “Gonzalo”, el seudónimo que usaría a lo largo de toda la guerra.

30. CVR. Informe Benedicto Jiménez, pp. 59-66.

31. “Por la nueva bandera”. IX Pleno Ampliado del Comité Central, 7 de junio de 1979.

32. “Comenzamos a derrumbar los muros y a desplegar la aurora”, II Sesión Plenaria del Comité Central; 28 de marzo de 1980.

33. Sobre la razón por la cual Chuschi aparece en una versión ulterior senderista, véase más adelante. Abimael Guzmán permaneció en Lima todo el tiempo que duró la guerra. Él afirma que fue debido a sus problemas de salud, que le obligaron a abandonar la sierra. Sostiene que en vísperas de su captura iban a aprobar un nuevo plan militar, que decidiría el traslado de la dirección al lugar que fuera necesario para dirigir la nueva etapa que se abría en la guerra popular, la del equilibrio estratégico y de la construcción de la toma del poder, pero que esto se frustró por su captura. Óscar Ramírez Durán sostiene, sin embargo, que Guzmán se negó permanentemente a abandonar Lima, a pesar del riesgo que esto implicaba para su seguridad, calificando de complot contra él la insistencia en que marchara al interior, a las zonas controladas por Sendero.

34. Escuela Militar. “Somos los iniciadores”, 19 de abril de 1980.

35. Escuela Militar. “Somos los iniciadores”, 19 de abril de 1980.

36. Luego de su captura en 1994, Guzmán revisará su análisis de la situación mundial, en una reunión de la dirección de Sendero realizada con la aprobación del gobierno de Alberto Fujimori en el Penal de la Base Naval del Callao. Hubo que reunir a los miembros de la dirección central de Sendero que se encontraban en otras prisiones en distintos lugares del país. Esta reunión fue parte del intento de Abimael Guzmán de abrir negociaciones que llevaran a la firma de un Acuerdo de Paz que pusiera fin a la guerra. Según la versión revisada, el proceso de ascenso de la revolución mundial, abierto con el triunfo de la Revolución Rusa en octubre de 1917, había llegado a su cumbre más alta con la Revolución Cultural China impulsada por el presidente Mao Zedong y se había cerrado con la muerte de Mao y la derrota de sus seguidores, en 1977. Se había iniciado entonces un proceso de repliegue de la revolución en el mundo. Eso significaba que, cuando Sendero inició sus acciones, en 1980, el mundo no vivía pues una “ofensiva estratégica” de la revolución sino un repliegue, y Sendero marchaba a contracorriente de la historia. Oficialmente Sendero no ha sacado aún las conclusiones que se desprenden de este error fundamental en la evaluación de la situación mundial, que ponen en cuestión la oportunidad del inicio mismo de su guerra revolucionaria. Interrogado sobre el tema en el Penal de la Base Naval del Callao, Abimael Guzmán respondió enigmáticamente: “Alguien debía enarbolar la bandera de la revolución”.

37. Abimael Guzmán. Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao.

38. Según Guzmán el incendio de la Municipalidad de San Martín de Porres, una acción encabezada por Nilda Pantoja, se excedió en su objetivo, que era incendiar sólo la puerta del local, por falta de experiencia.

39. Abimael Guzmán. Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao.

40. “Hacia la guerra de guerrillas”. Comité Central Ampliado; 24 de agosto 1980.

41. Abimael Guzmán. Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao.

42. CVR. Entrevista de Salomón Lérner con Alberto Ramírez Durand, camarada Feliciano.

43. CVR. Entrevista de Salomón Lérner con Alberto Ramírez Durand, camarada Feliciano.

44. CVR. Entrevista de Salomón Lérner con Alberto Ramírez Durand, camarada Feliciano. Caretas. Lima: 7 de abril de 2003.

45. DESCO. Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo. Resumen Semanal.

46. Abimael Guzmán. Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao.

47. Según Abimael Guzmán el plan diseñado por la dirección de Sendero contemplaba el asalto simultáneo de todos los penales del país donde estaban recluidos militantes senderistas, pero esto se frustró por la falta de decisión de las bases, a pesar de que en zonas como Jaen las condiciones para este operativo estaban dadas. Guzmán sostiene, asimismo, que estaban seguros de que el gobierno no llamaría a los militares por la desconfianza que éstos le inspiraban a Belaúnde. Entrevista en el Penal de la Base Naval del Callao.

48. “¡Viva la Guerra de Guerrillas!”. Febrero de 1982.

49. “¡Viva la Guerra de Guerrillas!”. Febrero de 1982. El documento definitivo debe haberse armado después, pues alude a la toma del penal de Ayacucho, que se desarrolló a inicios del mes de marzo.

50. Abimael Guzmán. “Presidente Gonzalo rompe el silencio. Entrevista en la clandestinidad”. El Diario. Lima: 24 de julio de 1988.

51. Según diversos testimonios, quien más decididamente impulsó la propuesta que convirtió en presidente al camarada Gonzalo fue su esposa, Augusta La Torre.

52. CVR. Froilán, ex senderista, profesor, Vilcashuamán.

53. CVR. David, ex senderista, Lucanamarca. Nótese que el informante se incluye entre la gente no preparada, influenciable por Sendero.

54. CVR. Matías, mando militar de SL, Juanjui.

55. CVR. Froilán, ex senderista, profesor, Vilcashuamán.

56. En este resultado juega un papel muy importante la interiorización del racismo antiindígena por los dominados; en tanto se acepta que existen diferencias biológicas que hacen superiores a unos y que explican los privilegios de unos y la falta de derechos de los otros, el orden social aparece naturalizado, e inmutable: no tiene sentido rebelarse contra las fuerzas de la Naturaleza. Nelson Manrique. La piel y la pluma. Escritos sobre literatura, etnicidad y racismo. Lima: SUR-CIDIAG, 1999.

57. CVR. María, senderista, Penal Santa Mónica.

58. CVR. Pedro, senderista, entrevistado en el Penal de Potracancha. Pedro es especialmente enfático en la reivindicación de su determinación, libre y consciente: “En cuanto la lucha para emprender a irse voluntariamente yo conscientemente por mi propia voluntad, porque yo sabía cuál era el motivo, sé la causa porque que teníamos que empuñar los fusiles, no ha sido porque alguien me obligó, sino porque sí sabía”.

59. CVR. Alfonso, senderista, Penal en Cajamarca.

60. CVR. Irma, comunera, Huancasancos.

61. CVR. Mauricio, poblador de Aucayacu.

62. CVR. Jordán, mando militar de SL, Juanjuí.

63. Abimael Guzmán, “Presidente Gonzalo rompe el silencio. Entrevista en la clandestinidad”. El Diario. Lima: 24 de julio de 1988.

64. PCP. “Desarrollar la guerra popular sirviendo a la revolución mundial”.

65. PCP. “Desarrollar la guerra popular sirviendo a la revolución mundial”.

66. PCP. “Desarrollar la guerra popular sirviendo a la revolución mundial”. Guzmán era claro sobre el costo social que suponía para el campesinado terminar tomado entre los fuegos: “[Las masas presionadas] han sufrido dos mil seiscientas bajas (incluidos miembros de mesnadas), casi cinco veces más del número de uniformados de las Fuerzas Armadas y policiales muertos (sin contar los centenares de sus infiltrados, agentes y soplones)”.

67. CVR. Juana. Ganadera y comerciante, 45 años, sector socioeconómico medio, Sacsamarca, Huancasancos.

68. CVR. Grupo focal Vilcas. Reunión de varones, ex autoridades, sector medio.

69. CVR. Ana. Comunera, vivió en las retiradas con SL, 65 años, sector medio alto, Huallhua, Chungui.

70. CVR. Grupo focal, mujeres, jóvenes y mayores, Oronqoy, Chungui.

71. CVR. Raúl. Comerciante, ex autoridad, 70 años, vive en Huamanga sector medio bajo, Sancos.

72. CVR. Raúl. Comerciante, ex autoridad, 70 años, vive en Huamanga sector medio bajo, Sancos.

73. CVR. Agrónomo de la comunidad, hijo de campesinos, 30 años, sector alto de la comunidad, Chungui.

74. CVR. Agricultora, 70 años, sector medio bajo, Huambalpa.

75. CVR. Costurera, hermana de un mando senderista de Pomatambo, 43 años, sector socioeconómico bajo, Lima.

76. CVR. Agricultor y comerciante, ex autoridad y testigo de la masacre de Accomarca, 70 años, sector medio alto Accomarca.

77Puriqkuna quiere decir caminante. Ésta era la forma como llamaban a los senderistas, pues caminaban por las alturas. La otra denominación habitual era tutapuriq; los que caminan de noche.

78. Comunera, 70 años, sector socioeconómico bajo, Sacsamarca-Huancasancos.

79. CVR. Informe Vilcas, p. 32.

80. Abimael Guzmán afirma que el PCP SL nunca atentó contra nadie sin previa advertencia, nunca sin avisar antes de proceder a castigar. Esto no es exacto, pero más importante que esto es si SL tenía derecho a amenazar de muerte y realizar sus amenazas contra quienes no comulgaban con sus posiciones.

81. CVR. Informe Vilcas, p. 32.

82. CVR. Informe Vilcas, p. 32.

83. CVR. Informe Vilcas, p. 32. Según Pedro, Sendero tiene presencia aún entre los campesinos de la región. Un día se cruzó con tres o cuatro pobladores de Amsarca en una tienda. Éstos estaban bebiendo y al verlo vivaron al PCP, uno de ellos comentaba: “Estos huambalpinos creerán que nuestro partido ha desaparecido, van a morir estos perros, estos que cometieron abusos”.

84. CVR. Amancio Janampa, 45 años, Sacsamarca.

85. “Sacar la vuelta”: burlarse.

86. CVR. Porfirio Romero, 70 años, Sancos.

87. CVR. Nicandrio Parián, 68 años, Sancos.

88. CVR. Teodoro Herrera, 60 años, Sacsamarca.

89. CVR. Adalina Mendoza, 35 años, Sancos.

90. Esto es algo que, como hemos visto antes, se reproduce desde las estructuras más elevadas de dirección. Recuérdese que en el Comité Permanente, las dos mujeres eran simples auxiliares y las decisiones las tomaba Guzmán.

91. CVR. Sócrates Salcedo, 70 años, Sancos.

92. A partir de 1983 pasaría a conocerse como el “pensamiento Gonzalo”.

93. CVR. Ponciano Huaripáucar, 55 años, Lucanamarca.

94. CVR. Testimonio de la hija de Teodulfo Calderón, 40 años, Sancos.

95. CVR. Porfirio Romero, 70 años, Sancos.

96. CVR. Gregorio, 40 años, Sacsamarca.

97. CVR. Narciso, 40 años, Sacsamarca.

98. Dice un documento senderista: “En Batir la clave es arrasar. Y arrasar es no dejar nada”. PCP, “Pensamiento militar del Partido”. Diciembre de 1982.

99. No toda la gente recibía de buen grado los productos de los saqueos: “No quise recibir nada, me daba vergüenza, pues” (Sócrates Salcedo, 70 años, Sancos).

100. CVR. Claudia Checcnes, 45 años, Sacsamarca.

101. Entrevista a Osmán Morote, Penal Yanamayo, Puno, 25 de junio de 2002.

102. Entrevista a Osmán Morote, Penal Yanamayo, Puno, 19 de junio de 2002.

103. Entrevista a Osmán Morote, Penal Yanamayo, Puno, 19 de junio de 2002.

104. CVR. G. M., 40 años, Huambalpa.

105. CVR. Q. M., 65 años, Accomarca.

106. Testimonio de Tania.

107. Testimonio de Tania.

108. Testimonio de Tania.

109. Testimonio de Tania.

110. Testimonio de Tania.

111. CVR. Molina, 2000, 18 años.

112. CVR. Adalina Mendoza, 35 años, Sancos.

113. CVR. Policarpio Yanqui, 65 años, Sacsamarca.

114. CVR. Informe Huancasancos, p. 42.


115CVR. Informe de Huancasancos, p. 41.

116. CVR. Ganadero, Sacsamarca.

117. CVR. Esteban, 43 años, sector alto, Sancos.

118. CVR. Pastora de puna, 60 años, Sancos, sector socioeconómico bajo.

Centro de Derechos Humanos, Universidad Alberto Hurtado
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